Page 181 - Crepusculo 1
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desesperadamente cómo cumplir mi misión, esforzándome por hallar la manera de abordar el
tema.
— ¿Qué has hecho hoy? —me preguntó, sacándome bruscamente de mi ensoñación.
—Bueno, esta tarde anduve de aquí para allá por la casa —en realidad, sólo había sido
la última parte de la tarde. Intenté mantener mi voz animada, pero sentía un vacío en el
estómago—. Y esta mañana me pasé por casa de los Cullen.
Charlie dejó caer el tenedor.
— ¿La casa del doctor Cullen? —inquirió atónito.
Hice como que no me había dado cuenta de su reacción.
— ¿A qué fuiste allí? Aún no había levantado su tenedor.
—Bueno, tenía una especie de cita con Edward Cullen esta noche, y él quería
presentarme a sus padres... ¿Papá? Parecía como si Charlie estuviera sufriendo un aneurisma.
—Papá, ¿estás bien? —Estás saliendo con Edward Cullen —tronó.
—Pensaba que te gustaban los Cullen.
—Es demasiado mayor para ti —empezó a despotricar.
—Los dos vamos al instituto —le corregí, aunque desde luego llevaba más razón de la
que hubiera podido soñar.
—Espera... —hizo una pausa—. ¿Cuál de ellos es Edwin?
—Edward es el más joven, el de pelo cobrizo.
El más hermoso, el más divino..., pensé en mi fuero interno.
—Ah, ya, eso está... —se debatía— mejor. No me gusta la pinta del grandote. Seguro
que será un buen chico y todo eso, pero parece demasiado... maduro para ti. ¿Y este Edwin es
tu novio?
—Se llama Edward, papá.
— ¿Y lo es?
—Algo así, supongo.
—Pues la otra noche me dijiste que no te interesaba ningún chico del pueblo —al verle
tomar de nuevo el tenedor empecé a pensar que había pasado lo peor.
—Bueno, Edward no vive en el pueblo, papá.
Me miró con displicencia mientras masticaba.
—Y de todos modos —continué—, estamos empezando todavía, ya sabes. No me hagas
pasar un mal rato con todo ese sermón sobre novios y tal, ¿vale?
— ¿Cuándo vendrá a recogerte?
—Llegará dentro de unos minutos.
— ¿Adonde te va a llevar?
—Espero que te vayas olvidando ya de comportarte como un inquisidor, ¿vale? —Gruñí
en voz alta—. Vamos a jugar al béisbol con su familia.
Arrugó la cara y luego, finalmente, rompió a reír entre dientes.
— ¿Que tú vas a jugar al béisbol?
—Bueno, más bien creo que voy a mirar la mayor parte del tiempo.
—Pues sí que tiene que gustarte ese chico —comentó mientras me miraba con gesto de
sospecha.
Suspiré y puse los ojos en blanco para que me dejara en paz.
Escuché el rugido de un motor, y luego lo sentí detenerse justo en frente de la casa.
Pegué un salto en la silla y empecé a fregar los platos.
—Deja los platos, ya los lavaré yo luego. Me tienes demasiado mimado.
Sonó el timbre y Charlie se dirigió a abrir la puerta; le seguí a un paso.
No me había dado cuenta de que fuera caían chuzos de punta. Edward estaba de pie,
aureolado por la luz del porche, con el mismo aspecto de un modelo en un anuncio de
impermeables.
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