Page 229 - Crepusculo 1
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—Esto hará un efecto muy bonito —dijo con voz amable otra vez mientras examinaba
el caos de cristales—. Pensé que esta habitación crearía un efecto visualmente dramático para
mi película. Por eso escogí este lugar para encontrarnos. Es perfecto, ¿a que sí?
Le ignoré mientras gateaba de pies y manos en un intento de arrastrarme hasta la otra
puerta.
Se abalanzó sobre mí de inmediato y me pateó con fuerza la pierna. Oí el espantoso
chasquido antes de sentirlo, pero luego lo sentí y no pude reprimir el grito de agonía. Me
retorcí para agarrarme la pierna, él permaneció junto a mí, sonriente.
— ¿Te gustaría reconsiderar tu última petición? —me preguntó con amabilidad.
Me golpeó la pierna rota con el pie. Oí un alarido taladrador. En estado de shock, lo
reconocí como mío.
— ¿Sigues sin querer que Edward intente encontrarme? —me acució.
—No —dije con voz ronca—. No, Edward, no lo hagas...
Entonces, algo me impactó en la cara y me arrojó de nuevo contra los espejos.
Por encima del dolor de la pierna, sentí el filo cortante del cristal rasgarme el cuero
cabelludo. En ese momento, un líquido caliente y húmedo empezó a extenderse por mi pelo a
una velocidad alarmante. Noté cómo empapaba el hombro de mi camiseta y oí el goteo en la
madera sobre la que me hallaba. Se me hizo un nudo en el estómago a causa del olor.
A través de la náusea y el vértigo, atisbé algo que me dio un último hilo de esperanza.
Los ojos de James, que poco antes sólo mostraban interés, ahora ardían con una incontrolable
necesidad. La sangre, que extendía su color carmesí por la camiseta blanca y empezaba a
formar un charco rápidamente en el piso, lo estaba enloqueciendo a causa de su sed. No
importaban ya cuáles fueran sus intenciones originales, no se podría refrenar mucho tiempo.
Ojala que fuera rápido a partir de ahora, todo lo que podía esperar es que la pérdida de
sangre se llevara mi conciencia con ella. Se me cerraban los ojos.
Oí el gruñido final del cazador como si proviniera de debajo del agua. Pude ver, a través
del túnel en el que se había convertido mi visión, cómo su sombra oscura caía sobre mí. Con
un último esfuerzo, alcé la mano instintivamente para protegerme la cara. Entonces se me
cerraron los ojos y me dejé ir.
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