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corriente, no había nada destacable en sus facciones ni en su cuerpo, salvo la piel pálida y los
               ojos ojerosos a los que ya me había acostumbrado. Vestía una camiseta azul claro de manga
               larga y unos vaqueros desgastados.
                     —Supongo  que  ahora  vas  a  decirme  que  tu  novio  te  vengará  —aventuró  casi
               esperanzado, o eso me pareció.
                     —No, no lo creo. De hecho, le he pedido que no lo haga.
                     — ¿Y qué te ha contestado?
                     —No lo sé —resultaba extrañamente sencillo conversar con un cazador tan gentil—. Le
               dejé una carta.
                     — ¿Una carta? ¡Qué romántico! —la voz se endureció un poco cuando añadió un punto
               de sarcasmo al tono educado—. ¿Y crees que te hará caso?
                     —Eso espero.
                     —Humm. Bueno, en tal caso, tenemos expectativas distintas. Como ves, esto ha sido
               demasiado fácil, demasiado rápido. Para serte sincero, me siento decepcionado. Esperaba un
               desafío mucho mayor. Y después de todo, sólo he necesitado un poco de suerte.
                     Esperé en silencio.
                     —Hice  que  Victoria  averiguara  más  cosas  sobre  ti  cuando  no  consiguió  atrapar  a  tu
               padre. Carecía de sentido darte caza por todo el planeta cuando podía esperar cómodamente
               en un lugar de mi elección. Por eso, después de hablar con Victoria, decidí venir a Phoenix
               para hacer una visita a tu madre. Te había oído decir que regresabas a casa. Al principio, ni se
               me ocurrió que lo dijeras en serio, pero luego lo estuve pensando. ¡Qué predecibles sois los
               humanos! Os gusta estar en un entorno conocido, en algún lugar que os infunda seguridad.
               ¿Acaso no sería una estratagema perfecta que si te persiguiéramos acudieras al último lugar
               en el que deberías estar, es decir, a donde habías dicho que ibas a ir?
                     »Pero claro, no estaba seguro, sólo era una corazonada. Habitualmente las suelo tener
               sobre las presas que cazo, un sexto sentido, por llamarlo así. Escuché tu mensaje cuando entré
               a casa de tu madre, pero claro, no podía estar seguro del lugar desde el que llamabas. Era útil
               tener tu número, pero por lo que yo sabía, lo mismo podías estar en la Antártida; y el truco no
               funcionaría a menos que estuvieras cerca.
                     «Entonces,  tu  novio  toma  un  avión  a  Phoenix.  Victoria  lo  estaba  vigilando,
               naturalmente;  no  podía  actuar  solo  en  un  juego  con  tantos  jugadores.  Y  así  fue  como  me
               confirmaron lo que yo barruntaba, que te encontrabas aquí. Ya estaba preparado; había visto
               tus enternecedores vídeos familiares, por lo que sólo era cuestión de marcarse el farol.
                     «Demasiado fácil, como ves. En realidad, nada que esté a mi altura. En fin, espero que
               te equivoques con tu novio. Se llama Edward, ¿verdad?
                     No contesté. La sensación de valentía me abandonaba por momentos. Me di cuenta de
               que estaba a punto de terminar de regodearse en su victoria. Aunque, de todos modos, ya me
               daba igual. No había ninguna gloria para él en abatirme a mí, una débil humana.
                     — ¿Te molestaría mucho que también yo le dejara una cartita a tu Edward?
                     Dio un paso atrás y pulsó algo en una videocámara del tamaño de la palma de la mano,
               equilibrada cuidadosamente en lo alto del aparato de música. Una diminuta luz roja indicó
               que  ya  estaba  grabando.  La  ajustó  un  par  de  veces,  ampliando  el  encuadre.  Lo  miré
               horrorizada.
                     —Lo siento, pero dudo de que se vaya a resistir a darme caza después de que vea esto.
               Y no quiero que se pierda nada. Todo esto es por él, claro. Tú simplemente eres una humana,
               que, desafortunadamente, estaba en el sitio equivocado y en el momento equivocado, y podría
               añadir también, que en compañía de la gente equivocada.
                     Dio un paso hacia mí, sonriendo.
                     —Antes de que empecemos...






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