Page 237 - Crepusculo 1
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Entonces oí a mi madre, que caminaba en compañía de otra persona, tal vez una
enfermera. Su voz reflejaba cansancio y preocupación. Quise levantarme de un salto y correr
hacia ella para calmarla y prometerle que todo iba bien. Pero no estaba en condiciones de
hacerlo, por lo que aguardé con impaciencia.
La puerta se abrió una fracción y ella asomó la cabeza con cuidado.
— ¡Mamá! —susurré, henchida de amor y alivio.
Se percató de la figura inmóvil de Edward sobre el sillón reclinable y se dirigió de
puntillas al lado de mi cama.
—Nunca se aleja de ti, ¿verdad? —musitó para sí.
—Mamá, ¡cuánto me alegro de verte!
Las cálidas lágrimas me cayeron sobre las mejillas al inclinarse para abrazarme con
cuidado.
—Bella, me sentía tan mal...
—Lo siento, mamá, pero ahora todo va bien —la reconforté—, no pasa nada.
—Estoy muy contenta de que al final hayas abierto los ojos.
Se sentó al borde de mi cama.
De pronto me di cuenta de que no tenía ni idea de qué día era.
— ¿Qué día es?
—Es viernes, cielo, has permanecido desmayada bastante tiempo.
— ¿Viernes? —me sorprendí. Intenté recordar qué día fue cuando... No, no quería
pensar en eso.
—Te han mantenido sedada bastantes horas, cielo. Tenías muchas heridas.
—Lo sé —me dolían todas.
—Has tenido suerte de que estuviera allí el doctor Cullen. Es un hombre encantador,
aunque muy joven. Se parece más a un modelo que a un médico...
— ¿Has conocido a Carlisle?
—Y a Alice, la hermana de Edward. Es una joven adorable.
—Lo es —me mostré totalmente de acuerdo.
Se giró para mirar a Edward, que yacía en el sillón con los ojos cerrados.
—No me habías dicho que tenías tan buenos amigos en Forks.
Me encogí, y luego me quejé.
— ¿Qué te duele? —preguntó preocupada, girándose de nuevo hacia mí.
Los ojos de Edward se centraron en mi rostro.
—Estoy bien —les aseguré—, pero debo acordarme de no moverme.
Edward volvió a reclinarse y sumirse en su falso sueño.
Aproveché la momentánea distracción para mantener la conversación lejos de mi más
que candido comportamiento.
— ¿Cómo está Phil? —pregunté rápidamente.
—En Florida. ¡Ay, Bella, nunca te lo hubieras imaginado! Llegaron las mejores noticias
justo cuando estábamos a punto de irnos.
— ¿Ha firmado? —aventuré.
—Sí. ¿Cómo lo has adivinado? Ha firmado con los Suns, ¿te lo puedes creer?
—Eso es estupendo, mamá —contesté con todo el entusiasmo que fui capaz de simular,
aunque no tenía mucha idea de a qué se estaba refiriendo.
—Jacksonville te va a gustar mucho —dijo efusivamente—. Me preocupé un poco
cuando Phil empezó a hablar de ir a Akron, con toda esa nieve y el mal tiempo, ya sabes
cómo odio el frío. Pero ¡Jacksonville! Allí siempre luce el sol, y en realidad la humedad no es
tan mala. Hemos encontrado una casa de primera, de color amarillo con molduras blancas, un
porche idéntico al de las antiguas películas y un roble enorme. Está a sólo unos minutos del
océano y tendrás tu propio cuarto de baño...
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