Page 239 - Crepusculo 1
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—No pasa nada, mamá —intenté disimular el alivio que sentía para no herir sus
sentimientos—. No me quedo sola.
—Pronto estaré de vuelta. He estado durmiendo aquí, ya lo sabes —anunció, orgullosa
de sí misma.
—Mamá, ¡no tenías por qué hacerlo! Podías dormir en casa. Ni siquiera me di cuenta.
El efecto de los calmantes en mi mente dificultaba mi concentración incluso en ese
momento, aunque al parecer había estado durmiendo durante varios días.
—Estaba demasiado nerviosa —admitió con vergüenza—. Se ha cometido un delito en
el vecindario y no me gustaba quedarme ahí sola.
— ¿Un delito? —pregunté alarmada.
—Alguien irrumpió en esa academia de baile que había a la vuelta de la esquina y la
quemó hasta los cimientos... ¡No ha quedado nada! Dejaron un coche robado justo en frente.
¿Te acuerdas de cuando ibas a bailar allí, cariño?
—Me acuerdo —me estremecí y acto seguido hice una mueca de dolor.
—Me puedo quedar, niña, si me necesitas.
—No, mamá, voy a estar bien. Edward estará conmigo.
Renée me miró como si ése fuera el motivo por el que quería quedarse.
—Estaré de vuelta a la noche.
Parecía mucho más una advertencia que una promesa, y miraba a Edward mientras
pronunciaba esas palabras.
—Te quiero, mamá.
—Y yo también, Bella. Procura tener más cuidado al caminar, cielo. No quiero perderte.
Edward continuó con los ojos cerrados, pero una enorme sonrisa se extendió por su
rostro.
En ese momento entró animadamente una enfermera para revisar todos los tubos y
goteros. Mi madre me besó en la frente, me palmeó la mano envuelta en gasas y se marchó.
La enfermera estaba revisando la lectura del gráfico impreso por mi holter.
— ¿Te has sentido alterada, corazón? Hay un momento en que tu ritmo cardiaco ha
estado un poco alto.
—Estoy bien —le aseguré.
—Le diré a la enfermera titulada que se encarga de ti que te has despertado. Vendrá a
verte enseguida.
Edward estuvo a mi lado en cuanto ella cerró la puerta.
— ¿Robasteis un coche?
Arqueé las cejas y él sonrió sin el menor indicio de arrepentimiento.
—Era un coche estupendo, muy rápido.
— ¿Qué tal tu siesta?
—Interesante —contestó mientras entrecerraba los ojos.
— ¿Qué ocurre?
—Estoy sorprendido —bajó la mirada mientras respondía—. Creí que Florida y tu
madre... Creí que era eso lo que querías.
Le miré con estupor.
—Pero en Florida tendrías que permanecer dentro de una habitación todo el día. Sólo
podrías salir de noche, como un auténtico vampiro.
Casi sonrió, sólo casi. Entonces, su rostro se tornó grave.
—Me quedaría en Forks, Bella, allí o en otro lugar similar —explicó—. En un sitio
donde no te pueda causar más daño.
Al principio, no entendí lo que pretendía decirme. Continué observándole con la mirada
perdida mientras las palabras iban encajando una a una en mi mente como en un horrendo
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