Page 55 - Crepusculo 1
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Por alguna razón que no conseguía comprender, la voz de Edward contenía un tono de
               frustración.  Detuvo  el  coche  y  entonces  comprendí  que  habíamos  llegado  ya  a  la  casa  de
               Charlie. Llovía con tanta fuerza que apenas conseguía ver la vivienda. Parecía que el coche
               estuviera en el lecho de un río.
                     —Diecisiete —respondí un poco confusa.
                     —No los aparentas —dijo con un tono de reproche que me hizo reír.
                     — ¿Qué pasa? —inquirió, curioso de nuevo.
                     —Mi madre siempre dice que nací con treinta y cinco años y que cada año me vuelvo
               más madura —me reí y luego suspiré—. En fin, una de las dos debía ser adulta —me callé
               durante un segundo—. Tampoco tú te pareces mucho a un adolescente de instituto.
                     Torció el gesto y cambió de tema.
                     —En ese caso, ¿por qué se casó tu madre con Phil?
                     Me sorprendió que recordara el nombre. Sólo lo había mencionado una vez hacía dos
               meses. Necesité unos momentos para responder.
                     —Mi  madre  tiene...  un  espíritu  muy  joven  para  su  edad.  Creo  que  Phil  hace  que  se
               sienta aún más joven. En cualquier caso,  ella está loca por él  —sacudí  la cabeza. Aquella
               atracción suponía un misterio para mí.
                     — ¿Lo apruebas?
                     — ¿Importa? —le repliqué—. Quiero que sea feliz, y Phil es lo que ella quiere.
                     —Eso es muy generoso por tu parte... Me pregunto... —murmuró, reflexivo.
                     — ¿El qué?
                     — ¿Tendría ella esa misma cortesía contigo, sin importarle tu elección?
                     De repente, prestaba una gran atención. Nuestras miradas se encontraron.
                     —E—eso  c—creo  —tartamudeé—,  pero,  después  de  todo,  ella  es  la  madre.  Es  un
               poquito diferente.
                     —Entonces, nadie que asuste demasiado —se burló.
                     Le respondí con una gran sonrisa.
                     — ¿A qué te refieres  con que asuste demasiado? ¿Múltiples  piercings  en el  rostro  y
               grandes tatuajes?
                     —Supongo que ésa es una posible definición.
                     — ¿Cuál es la tuya?
                     Pero ignoró mi pregunta y respondió con otra.
                     — ¿Crees que puedo asustar?
                     Enarcó una ceja. El tenue rastro de una sonrisa iluminó su rostro.
                     —Eh... Creo que puedes hacerlo si te lo propones.
                     — ¿Te doy miedo ahora?
                     La sonrisa desapareció del rostro de Edward y su rostro divino se puso repentinamente
               serio, pero yo respondí rápidamente—
                     —No.
                     La sonrisa reapareció.
                     —Bueno, ¿vas a contarme algo de tu familia? —pregunté para distraerle—. Debe de ser
               una historia mucho más interesante que la mía.
                     Se puso en guardia de inmediato.
                     — ¿Qué es lo que quieres saber?
                     — ¿Te adoptaron los Cullen? —pregunté para comprobar el hecho.
                     —Sí.
                     Vacilé unos momentos. — ¿Qué les ocurrió a tu padres?
                     —Murieron hace muchos años —contestó con toda naturalidad.
                     —Lo siento —murmuré.






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