Page 69 - Crepusculo 1
P. 69
Avancé un paso más.
El lobo recorrió de un salto el espacio que mediaba entre el vampiro y yo, buscando la
yugular con los colmillos.
— ¡No! —grité, levantando de un empujón la ropa de la cama.
El repentino movimiento hizo que los cascos tiraran el reproductor de CD de encima de
la mesilla. Resonó sobre el suelo de madera.
La luz seguía encendida. Totalmente vestida y con los zapatos puestos, me senté sobre
la cama. Desorientada, eché un vistazo al reloj de la cómoda. Eran las cinco y media de la
madrugada.
Gemí, me dejé caer de espaldas y rodé de frente. Me quité las botas a puntapiés, aunque
me sentía demasiado incómoda para conseguir dormirme. Volví a dar otra vuelta y
desabotoné los vaqueros, sacándomelos a tirones mientras intentaba permanecer en posición
horizontal. Sentía la trenza del pelo en la parte posterior de la cabeza, por lo que me ladeé,
solté la goma y la deshice rápidamente con los dedos. Me puse la almohada encima de los
ojos.
No sirvió de nada, por supuesto. Mi subconsciente había sacado a relucir exactamente
las imágenes que había intentado evitar con tanta desesperación. Ahora iba a tener que
enfrentarme a ellas.
Me incorporé, la cabeza me dio vueltas durante un minuto mientras la circulación fluía
hacia abajo. Lo primero es lo primero, me dije a mí misma, feliz de retrasar el asunto lo
máximo posible. Tomé mi neceser.
Sin embargo, la ducha no duró tanto como yo esperaba. Pronto no tuve nada que hacer
en el cuarto de baño, incluso a pesar de haberme tomado mi tiempo para secarme el pelo con
el secador. Crucé las escaleras de vuelta a mi habitación envuelta en una toalla. No sabía si
Charlie aún dormía o si se había marchado ya. Fui a la ventana a echar un vistazo y vi que el
coche patrulla no estaba. Se había ido a pescar otra vez.
Me puse lentamente el chándal más cómodo que tenía y luego arreglé la cama, algo que
no hacía jamás. Ya no podía aplazarlo más, por lo que me dirigí al escritorio y encendí el
viejo ordenador.
Odiaba utilizar Internet en Forks. El módem estaba muy anticuado, tenía un servicio
gratuito muy inferior al de Phoenix, de modo que, viendo que tardaba tanto en conectarse,
decidí servirme un cuenco de cereales entretanto.
Comí despacio, masticando cada bocado con lentitud. Al terminar, lavé el cuenco y la
cuchara, los sequé y los guardé. Arrastré los pies escaleras arriba y lo primero de todo recogí
del suelo el reproductor de CD y lo situé en el mismo centro de la mesa. Desconecté los
cascos y los guardé en un cajón del escritorio. Luego volví a poner el mismo disco a un
volumen lo bastante bajo para que sólo fuera música de fondo.
Me volví hacia el ordenador con otro suspiro. La pantalla estaba llena de popups de
anuncios y comencé a cerrar todas las ventanitas. Al final me fui a mi buscador favorito, cerré
unos cuantos popups más, y tecleé una única palabra.
Vampiro.
Fue de una lentitud que me sacó de quicio, por supuesto. Había mucho que cribar
cuando aparecieron los resultados. Todo cuanto concernía a películas, series televisivas,
juegos de rol, música undergroundy compañías de productos cosméticos góticos. Entonces
encontré un sitio prometedor: «Vampiros, de la A a la Z». Esperé con impaciencia a que el
navegador cargara la página, haciendo clic rápidamente en cada anuncio que surgía en la
pantalla para cerrarlo. Finalmente, la pantalla estuvo completa: era una página simple con
fondo blanco y texto negro, de aspecto académico. La página de inicio me recibió con dos
citas.
— 69 —