Page 72 - Crepusculo 1
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mejor con el estilo de una novela de finales del siglo XIX que de una clase del siglo XXI.
Había hecho novillos el día que hicimos la prueba del grupo sanguíneo, tampoco se negó a ir
de camping a la playa hasta que supo adonde íbamos a ir, y parecía saber lo que pensaban
cuantos le rodeaban, salvo yo. Me había dicho que era el malo de la película, peligroso...
¿Podían ser vampiros los Cullen?
Bueno, eran algo. Y lo que empezaba a tomar forma delante de mis ojos incrédulos
excedía la posibilidad de una explicación racional. Ya fuera uno de los fríos o se cumpliera mi
teoría del superhéroe, Edward Cullen no era... humano. Era algo más.
Así pues... tal vez. Ésa iba a ser mi respuesta por el momento.
Y luego estaba la pregunta más importante. ¿Qué iba a hacer si resultaba ser cierto?
¿Qué haría si Edward fuera... un vampiro? Apenas podía obligarme a pensar esas
palabras. Involucrar a nadie más estaba fuera de lugar. Ni siquiera yo misma me lo creía,
quedaría en ridículo ante cualquiera a quien se lo dijera.
Sólo dos alternativas parecían prácticas. La primera era aceptar su aviso: ser lista y
evitarle todo lo posible, cancelar nuestros planes y volver a ignorarlo tanto como fuera capaz,
fingir que entre nosotros existía un grueso e impenetrable muro de cristal en la única clase que
estábamos obligados a compartir, decirle que se alejara de mí... y esta vez en serio.
Me invadió de repente una desesperación tan agónica cuando consideré esa opción que
el mecanismo de mi mente de rechazar el dolor provocó que pasara rápidamente a la siguiente
alternativa.
No hacer nada diferente. Después de todo, hasta la fecha, no me había causado daño
alguno aunque fuera algo... siniestro. De hecho, sería poco más que una abolladura en el
guardabarros de Tyler si él no hubiera actuado con tanta rapidez. Tanta, me dije a mí misma,
que podría haber sido puro reflejo: ¿Cómo puede ser malo si tiene reflejos para salvar vidas?,
pensé. No hacía más que darle vueltas sin obtener respuestas.
Había una cosa de la que estaba segura, si es que estaba segura de algo: el oscuro
Edward del sueño de la pasada noche sólo era una reacción de mi miedo ante el mundo del
que había hablado Jacob, no del propio Edward. Aun así, cuando chillé de pánico ante el
ataque del hombre lobo, no fue el miedo al licántropo lo que arrancó de mis labios ese grito
de « ¡no!», sino a que él resultara herido. A pesar de que me había llamado con los colmillos
afilados, temía por él.
Y supe que tenía mi respuesta. Ignoraba si en realidad había tenido elección alguna vez.
Ya me había involucrado demasiado en el asunto. Ahora que lo sabía, si es que lo sabía, no
podía hacer nada con mi aterrador secreto, ya que cuando pensaba en él, en su voz, sus ojos
hipnóticos y la magnética fuerza de su personalidad, no quería otra cosa que estar con él de
inmediato, incluso si... Pero no podía pensar en ello, no aquí, sola en la penumbra del bosque,
no mientras la lluvia lo hiciera tan sombrío como el crepúsculo debajo del dosel de ramas y
disperso como huellas en un suelo enmarañado de tierra. Me estremecí y me levanté deprisa
de mi escondite, preocupada porque la lluvia hubiera borrado la senda.
Pero ésta permanecía allí, nítida y sinuosa, para que saliera del goteante laberinto verde.
La seguí de forma apresurada, con la capucha bien calada sobre la cabeza, sin dejar de
sorprenderme, mientras pasaba entre los árboles casi a la carrera, de lo lejos que había
llegado. Empecé a preguntarme si me dirigía a alguna salida o si la senda llevaría hasta más
allá de los confines del bosque. Atisbé algunos claros a través de la maraña de ramas antes de
que me entrara demasiado pánico, y luego oí un coche pasar por la carretera, y allí estaba el
jardín de Charlie que se extendía delante de mí, y la casa, que me llamaba y me prometía
calor y calcetines secos.
Apenas era mediodía cuando entré. Subí las escaleras y me puse ropa de estar por casa,
unos vaqueros y una camiseta, ya que no iba a salir. No me costó mucho esfuerzo
concentrarme en la tarea para ese día, un trabajo sobre Macbeth que debía entregar el
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