Page 75 - Crepusculo 1
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Cuando vi a Jessica en Trigonometría, desbordaba entusiasmo. Ella, Angela y Lauren
iban a ir de compras a Port Angeles esa tarde para buscar vestidos para el baile y quería que
yo también fuera, a pesar de que no necesitaba ninguno. Estaba indecisa. Sería agradable salir
del pueblo con algunas amigas, pero Lauren estaría allí y quién sabía qué podía hacer esa
tarde... Pero ése era definitivamente el camino erróneo para dejar correr mi imaginación...
De modo que le respondí que tal vez, explicándole que primero tenía que hablar con
Charlie.
No habló de otra cosa que del baile durante todo el trayecto hasta clase de Español y
continuó, como si no hubiera habido interrupción alguna, cuando la clase terminó al fin, cinco
minutos más tarde de la hora, y mientras nos dirigíamos a almorzar. Estaba demasiado
perdida en el propio frenesí de mis expectativas como para comprender casi nada de lo que
decía. Estaba dolorosamente ávida de ver no sólo a Edward sino a todos los Cullen, con el fin
de poder contrastar en ellos las nuevas sospechas que llenaban mi mente. Al cruzar el umbral
de la cafetería, sentí deslizarse por la espalda y anidar en mi estómago el primer ramalazo de
pánico. ¿Serían capaces de saber lo que pensaba? Luego me sobresaltó un sentimiento
distinto. ¿Estaría esperándome Edward para sentarse conmigo otra vez?
Fiel a mi costumbre, miré primero hacia la mesa de los Cullen. Un estremecimiento de
pánico sacudió mi vientre al percatarme de que estaba vacía. Con menor esperanza, recorrí la
cafetería con la mirada, esperando encontrarle solo, esperándome. El lugar estaba casi lleno
—la clase de Español nos había retrasado—, pero no había rastro de Edward ni de su familia.
El desconsuelo hizo mella en mí con una fuerza agobiante.
Anduve vacilante detrás de Jessica, sin molestarme en fingir por más tiempo que la
escuchaba.
Habíamos llegado lo bastante tarde para que todo el mundo se hubiera sentado ya en
nuestra mesa. Esquivé la silla vacía junto a Mike a favor de otra al lado de Angela. Fui
vagamente consciente de que Mike ofrecía amablemente la silla a Jessica, y de que el rostro
de ésta se iluminaba como respuesta.
Angela me hizo unas cuantas preguntas en voz baja sobre el trabajo de Macbeth, a las
que respondí con la mayor naturalidad posible mientras me hundía en las espirales de la
miseria. También ella me invitó a acompañarlas por la tarde, y ahora acepté, agarrándome a
cualquier cosa que me distrajera.
Comprendí que me había aferrado al último jirón de esperanza cuando vi el asiento
contiguo vacío al entrar en Biología, y sentí una nueva oleada de desencanto.
El resto del día transcurrió lentamente, con desconsuelo. En Educación física tuvimos
una clase teórica sobre las reglas del bádminton, la siguiente tortura que ponían en mi camino,
pero al menos eso significó que pude estar sentada escuchando en lugar de ir dando tumbos
por la pista. Lo mejor de todo es que el entrenador no terminó, por lo que tendría otra jornada
sin ejercicio al día siguiente. No importaba que me entregaran una raqueta antes de dejarme
libre el resto de la clase.
Me alegré de abandonar el campus. De esa forma podría poner mala cara y deprimirme
antes de salir con Jessica y compañía, pero apenas había traspasado el umbral de la casa de
Charlie, Jessica me telefoneó para cancelar nuestros planes. Intenté mostrarme encantada de
que Mike la hubiera invitado a cenar, aunque lo que en realidad me aliviaba era que al fin él
parecía que iba a tener éxito, pero ese entusiasmo me sonó falso hasta a mí. Ella reprogramó
nuestro viaje de compras a la tarde noche del día siguiente.
Aquello me dejaba con poco que hacer para distraerme. Había pescado en adobo, con
una ensalada y pan que había sobrado la noche anterior, por lo que no quedaba nada que
preparar. Me mantuve concentrada en los deberes, pero los terminé a la media hora. Revisé el
correo electrónico y leí los mails atrasados de mi madre, que eran cada vez más apremiantes
conforme se acercaban a la actualidad. Suspiré y tecleé una rápida respuesta.
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