Page 70 - Crepusculo 1
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No hay en todo el vasto y oscuro mundo de espectros y demonios ninguna criatura tan
terrible, ninguna tan temida y aborrecida, y aun así aureolada por una aterradora fascinación,
como el vampiro, que en sí mismo no es espectro ni demonio, pero comparte con ellos su
naturaleza oscura y posee las misteriosas y terribles cualidades de ambos.
Reverendo Montague Summers
Si hay en este mundo un hecho bien autenticado, ése es el de los vampiros. No le falta
de nada: informes oficiales, declaraciones juradas de personajes famosos, cirujanos,
sacerdotes y magistrados. Las pruebas judiciales son de lo más completas, y aun así, ¿hay
alguien que crea en vampiros?
Rousseau
El resto del sitio consistía en un listado alfabético de los diferentes mitos de los
vampiros por todo el mundo. El primero en el que hice clic fue el danag, un vampiro filipino a
quien se suponía responsable de la plantación de taro en las islas mucho tiempo atrás. El mito
aseguraba que los danag trabajaron con los hombres durante muchos años, pero la
colaboración finalizó el día en que una mujer se cortó el dedo y un danag lamió la herida, ya
que disfrutó tanto del sabor de la sangre que la desangró por completo.
Leí con atención las descripciones en busca de algo que me resultara familiar, dejando
sólo lo verosímil. Parecía que la mayoría de los mitos sobre los vampiros se concentraban en
reflejar a hermosas mujeres como demonios y a los niños como víctimas. También parecían
estructuras creadas para explicar la alta tasa de mortalidad infantil y proporcionar a los
hombres una coartada para la infidelidad. En muchas de las historias se mezclaban espíritus
incorpóreos y admoniciones contra los entierros realizados incorrectamente. No había mucho
que guardara parecido con las películas que había visto, y sólo a unos pocos, como el estrie
hebreo y el upier polaco, les preocupaba el beber sangre.
Sólo tres entradas atrajeron de verdad mi atención: el rumano varacolaci, un poderoso
no muerto que podía aparecerse como un hermoso humano de piel pálida, el eslovaco nelapsi,
una criatura de tal fuerza y rapidez que era capaz de masacrar toda una aldea en una sola hora
después de la medianoche, y otro más, el stregoni benefici.
Sobre este último había una única afirmación.
Stregoni benefici: vampiro italiano que afirmaba estar del lado del bien; era enemigo
mortal de todos los vampiros diabólicos.
Aquella pequeña entrada constituía un alivio, era el único entre cientos de mitos que
aseguraba la existencia de vampiros buenos.
Sin embargo, en conjunto, había pocos que coincidieran con la historia de Jacob o mis
propias observaciones. Había realizado mentalmente un pequeño catálogo y lo comparaba
cuidadosamente con cada mito mientras iba leyendo. Velocidad, fuerza, belleza, tez pálida,
ojos que cambiaban de color, y luego los criterios de Jacob: bebedores de sangre, enemigos de
los hombres lobo, piel fría, inmortalidad. Había muy pocos mitos en los que encajara al
menos un factor.
Y había otro problema adicional a raíz de lo que recordaba de las pocas películas de
terror que había visto y que se reforzaba con aquellas lecturas: los vampiros no podían salir
durante el día porque el sol los quemaría hasta reducirlos a cenizas. Dormían en ataúdes todo
el día y sólo salían de noche.
Exasperada, apagué el botón de encendido del ordenador sin esperar a cerrar el sistema
operativo correctamente. Sentí una turbación aplastante a pesar de toda mi irritación. ¡Todo
aquello era tan estúpido! Estaba sentada en mi cuarto rastreando información sobre vampiros.
¿Qué era lo que me sucedía? Decidí que la mayor parte de la culpa estaba fuera del umbral de
mi puerta, en el pueblo de Forks y, por extensión, en la húmeda península de Olympic.
Tenía que salir de la casa, pero no había ningún lugar al que quisiera ir que no implicara
conducir durante tres días. Volví a calzarme las botas, sin tener muy claro adonde dirigirme, y
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