Page 74 - El Alquimista
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fueron, en los tesoros que podrían haber sido descubiertos y se quedaron para
               siempre  escondidos  en  la  arena.  Porque  cuando  esto  sucede,  terminamos
               sufriendo mucho.»

                   —Mi corazón tiene miedo de sufrir —dijo el muchacho al Alquimista, una
               noche en que miraban al cielo sin luna.

                   —Explícale que el miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento. Y que

               ningún corazón jamás sufrió cuando fue en busca de sus sueños, porque cada
               momento  de  búsqueda  es  un  momento  de  encuentro  con  Dios  y  con  la
               Eternidad.

                   «Cada  momento  de  búsqueda  es  un  momento  de  encuentro  —dijo  el
               muchacho a su corazón—. Mientras busqué mi tesoro, todos mis días fueron
               luminosos,  porque  yo  sabía  que  cada  momento  formaba  parte  del  sueño  de
               encontrar. Mientras busqué este tesoro mío, descubrí por el camino cosas que

               jamás habría soñado encontrar, si no hubiese tenido el valor de intentar cosas
               imposibles para los pastores.»

                   Entonces su corazón se quedó callado una tarde entera. Por la noche, el
               muchacho  durmió  tranquilo  y  cuando  se  despertó,  su  corazón  empezó  a
               contarle  cosas  del  Alma  del  Mundo.  Le  dijo  que  todo  hombre  feliz  era  un
               hombre que llevaba a Dios dentro de sí. Y que la felicidad se podía encontrar

               en  un  simple  grano  de  arena  del  desierto,  como  había  dicho  el  Alquimista.
               Porque un grano de arena es un momento de la Creación, y el Universo tardó
               miles de millones de años para crearlo.

                   «Cada  hombre  sobre  la  faz  de  la  tierra  tiene  un  tesoro  que  lo  está
               esperando —le explicó—. Nosotros, los corazones, acostumbramos a hablar
               poco de esos tesoros, porque los hombres ya no tienen interés en encontrarlos.
               Sólo hablamos de ellos a los niños. Después, dejamos que la vida encamine a

               cada  uno  hacia  su  destino.  Pero,  desgraciadamente,  pocos  siguen  el  camino
               que les ha sido trazado, y que es el camino de la Leyenda Personal y de la
               felicidad. Consideran el mundo como algo amenazador y, justamente por eso,
               el mundo se convierte en algo amenazador. Entonces, nosotros, los corazones,
               vamos hablando cada vez más bajo, pero no nos callamos nunca. Y deseamos
               que nuestras palabras no sean oídas, pues no queremos que los hombres sufran
               porque no siguieron a sus corazones.»


                   —¿Por qué los corazones no explican a los hombres que deben continuar
               siguiendo sus sueños? —preguntó el muchacho al Alquimista.

                   —Porque, en este caso, el corazón es el que sufre más. Y a los corazones
               no les gusta sufrir.

                   A  partir  de  aquel  día,  el  muchacho  entendió  a  su  corazón.  Le  pidió  que
               nunca más lo abandonara. Le pidió que, cuando estuviera lejos de sus sueños,
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