Page 135 - veinte mil leguas de viaje submarino
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Pase.

                  Entré y hallé al capitán Nemo sumergido en un mar de cálculos, entre los que abundaban
                  las x y otros signos alge-braicos.

                   ¿Le molesto?  le dije, por cortesía.

                   Sí, señor Aronnax, pero supongo que tiene usted serias razones para venir a verme, ¿no?

                   Muy serias. Las piraguas de los indígenas nos tienen ro-deados, y dentro de unos minutos
                  nos veremos asaltados por varios centenares de salvajes.

                   ¡Ah!  dijo el capitán Nemo, con la mayor calma , ¿han venido con sus piraguas?

                   Sí, señor.

                   Pues bien, basta con cerrar las escotillas.

                   Precisamente, y es lo que venía a decirle.

                   Nada más fácil  dijo el capitán Nemo, al tiempo que, pulsando un timbre eléctrico,
                  transmitía una orden a la tri-pulación.

                   Ya está  me dijo tras algunos instantes . La canoa está en su sitio y las escotillas
                  cerradas. Supongo que no temerá usted que esos señores destruyan unas murallas contra las
                  que nada pudieron los obuses de su fragata.

                   No, capitán, pero subsiste aún un peligro.

                   ¿Cuál?

                   Mañana, a la misma hora, habrá que reabrir las escotillas para renovar el aire del
                  Nautilus.

                   Así es, puesto que nuestro navío respira como los cetá-ceos.

                   Pues bien, si en ese momento los papúes ocupan la pla-taforma, no veo cómo podremos
                  impedirles la entrada.

                  -Así que supone usted que van a subir a bordo.

                   Estoy seguro.

                   Pues bien, que suban. No veo ninguna razón para impe-dírselo. En el fondo, estos papúes
                  son unos pobres diablos y no quiero que mi visita a la isla Gueboroar cueste la vida a uno
                  solo de estos desgraciados.
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