Page 292 - veinte mil leguas de viaje submarino
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¿Por qué no? respondió Conseil . Nosotros llegamos a creer en el narval del señor.
Y nos equivocamos, Conseil.
Sin duda, pero los demás siguen creyendo en él.
Es probable, Conseil, pero lo que es yo no admitiré la existencia de esos monstruos hasta
que los haya disecado con mis propias manos.
Así que el señor ¿tampoco cree en los pulpos gigantes-cos?
¿Y quién diablos ha creído en ellos? dijo el canadiense.
Mucha gente, Ned.
No serán pescadores. Los sabios, tal vez.
Perdón, Ned. Pescadores y sabios.
-Pues yo dijo Conseil en un tono de absoluta seriedad-me acuerdo perfectamente de haber
visto una gran embar-cación arrastrada al fondo del mar por los brazos de un ce-falópodo.
¿Usted vio eso?
Sí, Ned.
¿Con sus propios ojos?
Con mis propios ojos.
¿Y dónde, por favor?
En Saint Malo afirmó imperturbablemente Conseil.
¡Ah! ¿En el puerto? preguntó Ned Land irónicamente.
No, en una iglesia.
-¡En una iglesia!
Sí, amigo Ned. Era un cuadro que representaba al pulpo en cuestión.
¡Ah! ¡Vaya! exclamó Ned Land, rompiendo a reír . El señor Conseil me estaba
tomando el pelo.