Page 131 - Matilda
P. 131
comprándote ropa y calzado» . Me dijo que ascendía a varios miles y que tenía
que devolvérselo entregándole mi salario durante los diez años siguientes. « Te
daré una libra a la semana para tus gastos» , dijo. « Pero eso es todo lo que vas a
conseguir» . Incluso arregló las cosas con las autoridades de la escuela para que
ingresaran mi salario directamente en su banco. Me hizo firmar el documento.
—No debería haberlo hecho —dijo Matilda—. Su salario era su oportunidad
de libertad.
—Lo sé, lo sé —dijo la señorita Honey—. Pero, para entonces, yo había sido
su esclava durante casi toda mi vida y no tenía el valor o las agallas de decir no.
Aún estaba aterrorizada y podía hacerme mucho daño.
—¿Y cómo se las arregló para escapar? —preguntó Matilda.
—¡Ah! —exclamó la señorita Honey, sonriendo por primera vez—. Eso fue
hace dos años. Fue mi mayor triunfo.
—Cuénteme por favor —dijo Matilda.
—Yo solía levantarme muy temprano y salía a dar un paseo mientras mi tía
estaba aún durmiendo —dijo la señorita Honey—. Un día llegué a esta casita.
Estaba vacía. Averigüé quién era el propietario. Se trataba de un granjero. Fui a
verle. Los granjeros se levantan también muy temprano. Estaba ordeñando sus
vacas. Le pregunté si podría alquilarme esta casita. « No puede usted vivir allí» ,
dijo. « No reúne condiciones ni agua corriente, ni nada» .
« Quiero vivir allí» , dije. « Soy una romántica. Me he enamorado de ella.
Alquílemela, por favor» .
« Está usted loca» , dijo. « Pero si insiste, sea bienvenida a ella. La renta será
de diez peniques a la semana» .
« Aquí tiene el alquiler de un mes, por adelantado» , dije, dándole cuarenta
peniques. « Y muchas gracias» .
—¡Qué estupendo! —exclamó Matilda—. ¡Así que, de pronto, tenía una casa
para usted!
Pero ¿cómo tuvo el valor suficiente para decírselo a su tía?