Page 49 - Primer libro VIM
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Resulta verdaderamente fascinante la manera en que los científicos, los filósofos y los religiosos (las tres
               fuentes del conocimiento que existen), lo han venido constatando en el mundo: desde lo más trivial como
               un copo de nieve. Se ha comprobado que no existe un copo de nieve idéntico a otro (al menos no lo
               han encontrado); como tampoco una gota de agua idéntica a otra; ni un animal idéntico a otro; ni una
               huella digital idéntica a ninguna otra. Los filósofos como Platón, Sócrates o Aristóteles ya hablaban de la
               bondad, la belleza y la verdad, como características del ser, basados precisamente en esa unicidad. Todas
               las religiones del mundo, desde las más antiguas hasta las más recientes, desde las más grandes hasta las
               más pequeñas, han mostrado cómo el universo, dios o el absoluto, se relacionan con cada uno de nosotros,
               de una forma singular y desde nuestra propia unicidad.


               En consecuencia: no existen las discapacidades sino sólo las diversidades


               Quienes han hablado de perfección, la han referido sólo con respecto al ser en sí mismo o con respecto a
               ciertos valores llamados universales; y aún así, con muchas reservas: hay un gran debate y mucha literatura
               en torno a tratar de comprender la objetividad y subjetividad de estos valores.

               La perfección –como un criterio de comparación con un cierto patrón ideal- no es una característica del
               ser; en todo caso, lo que sí es característico en el ser y se ha comprobado y re comprobado de millones de
               maneras, es la diferencia, lo diverso, lo singular, lo irrepetible… lo imperfecto.

               Desde esta perspectiva, la discriminación entre seres humanos es una aberración, desde cualquier punto de
               vista. Es antinatural, va contra toda lógica y es antihumana. No obstante, el 75% de las PCD encuestadas, la
               han experimentado. Su presencia tan generalizada y tan frecuente en México, viene a ser una prueba más de
               la existencia de ese otro tipo de discapacidad, del que hemos hablado mucho: la discapacidad emocional. La
               cifra tan elevada de PCD que en México se sienten discriminadas (ver
               Gráfica 26), refleja al mismo tiempo, la presencia de un elevadísimo
               número  de  personas  en  nuestro  país  y  en  el  mundo,  que  no  han
               resuelto su huella de abandono: una de las formas más comunes en
               que se presenta la muy comentada discapacidad emocional.

               Rosita Edler Carvalho, citando a Martin Barclay, en su obra “Psicología
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               de la anormalidad”  lo describe de una forma muy elocuente: existen
               “mecanismos narcisistas de negación y de rechazo de las personas con
               discapacidad,  en  la  medida  en  que  tales  manifestaciones  –las  cuáles
                                                    surgen en la vida familiar, en la escuela y en el trabajo- pueden ser
                                                    interpretadas como una forma de negación o de rechazo de nuestros
                                                    propios defectos, generando mecanismos de exclusión”.


                                                    Una actitud más humana, ecuánime y madura, de muchas personas
                                                    con  discapacidad  (al  menos  del  universo  de  200  PCD  motora
                                                    encuestadas),  puede  constatarse  claramente  en  la  Gráfica  28:  la
                                                    mitad de los encuestados practican la tolerancia o la indiferencia,
                                                    asumiéndolo como un reto o respondiendo incluso con una sonrisa;
                                                    es decir, no se enganchan emocionalmente con este tipo de actitudes
                                                    tan impregnadas de miedo, conmiseración y lástima hacia sí mismas,
                                                    por parte de las personas que las ejercen. Quienes por cierto, al actuar
                                                    así, de alguna manera están gritando su profunda necesidad de ser
                                                    ayudadas para aprender a vivir su propia discapacidad.
               20 En Visiones y Revisiones de la Discapacidad. Compilación de aportes y contribuciones al tema; hecha por Patricia Brogna, FCE, México, 2009.

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