Page 65 - Primer libro VIM
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una experiencia del sujeto, en vez de una lesión que lo inscribe en la categoría de los divergentes. No
se trata –aclara- de establecer una dicotomía del individuo versus la sociedad, sino de mirar a detalle las
interacciones que se establecen entre ambos.
Con el modelo social para la comprensión de la discapacidad, se pretende rescatar la integridad de la
persona e inscribirla en un determinado contexto socio económico, político y cultural, donde pueda ser
capaz de experimentar más o menos intensamente sus discapacidades y, en consecuencia, percibir su
situación de mayor o menor desventaja.
En este modelo social, la explicación médica de la desigualdad resulta insuficiente para que comprendamos las
relaciones entre las personas, entre ellas y el medio ambiente, y entre ellas y las normas de convivencia establecidas.
No es lo mismo vivir la experiencia de estar incapacitado para caminar, debido a una lesión severa; que vivir la
experiencia de estar impedido para moverse, debido a la ausencia de accesibilidad en el entorno. El modelo
médico se enfoca en la primera experiencia, mientras que el modelo social se enfoca en la segunda.
La lógica del modelo social –continúa Rosita- reconstruyó las relaciones entre enfermedad-incapacidad-
discapacidad- desventaja, sustituyéndolas con otras en que la situación socioambiental produce la
experiencia de la incapacidad: situación-exteriorización-objetivación-socialización.
De manera que la atribución de desventajas individuales o colectivas a las personas con discapacidad tiene su
origen predominantemente en la discriminación institucional que a su vez deriva de innumerables factores:
representaciones sociales construidas en torno a las incapacidades y las limitaciones que generan en los
individuos; trivialización del término “igualdad de oportunidades para todos”, al aparecer innumerables
veces en los textos legales, sin ningún impacto real para la calidad de vida de las PCD.
Todas las reflexiones expuestas se aplican, también, a la formulación de políticas públicas que cuando se
inspiran en el modelo social pueden establecer directrices que benefician la equidad, cosa que en la práctica
se traduce como una eliminación de barreras. Gracias a la influencia del modelo social, se espera que las
políticas públicas creen condiciones que favorezcan cada vez más el incremento de la calidad de vida de las
personas, pues tal cosa es más importante –sentencia Rosita- que el establecimiento de directrices para
que éstas se independicen con base en tratamientos o en terapias educativas compensatorias, conforme
a una orientación clínica ¿acaso el Curso de Rehabilitación Física de Vida Independiente México, caería en
esta clasificación, de “terapias educativas compensatorias”? Al tiempo lo sabremos.
Ciertamente la pretensión del modelo social de comprensión de la discapacidad, se plantea metas muy
ambiciosas: “inducir a la reestructuración de la sociedad, a fin de evitar definitivamente –la negrita es
nuestra- que las relaciones entre las características de las personas y las condiciones y exigencias de la
organización social en las que se insertan obliguen a los individuos a experimentar la condición de ser unos
discapacitados, produciendo en ellos sentimientos de baja autoestima”.
Todas las personas con discapacidad –dice Michael Oliver, citado por Rosita Edler- experimentan su
incapacidad como una restricción social, no importa si son o no, consecuencia de ambientes inaccesibles.
El modelo social, adquiere mayor amplitud, integrando el análisis del contexto socioeconómico y cultural
en que las personas viven.
Esta lectura no significa la trivialización o desconocimiento de las incapacidades y discapacidades que se
imponen a las personas –culmina Rosita-; al contrario pretende mostrar que el universo de las personas
con discapacidades es mucho más extenso, incluyendo otros grupos además de los que presentan
impedimentos visuales, auditivos, intelectuales, motores, locomotores y emocionales, entre otros. De
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