Page 61 - Primer libro VIM
P. 61

ha sido avanzar en la comprensión de los conceptos utilizados para describir las consecuencias de las
               enfermedades, categorizándolas en tres tipos:
                   1)   Deficiencia (incapacidad) que representa la exteriorización de un estado patológico, refleja un trastorno
                      orgánico, una perturbación en un órgano, la pérdida o anormalidad temporal o permanente de una
                      estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica; como, por ejemplo, una anomalía, defecto o
                      pérdida de un miembro, órgano, tejido o cualquier otra estructura del cuerpo, incluso en el nivel de las
                      funciones mentales.
                   2)   Incapacitación (discapacidad) que representa la consecuencia de la incapacidad y refleja las limitaciones
                      por  ella  producidas  e  impuestas  en  las  propias  personas,  comprometiendo  el  desempeño  de  las
                      actividades que son esenciales en la vida diaria y que se consideran normales en el ser humano. La
                      discapacidad refleja la naturaleza de la incapacidad, ya sea psicológica, física, sensorial u otra.
                   3)   Desvantagem  (la  desventaja)  que  representa,  en  el  contexto  social,  las  consecuencias  de  una
                      incapacidad  o  discapacidad  que  limitan  o  impiden  que  las  personas  ejerzan  las  habilidades
                      necesarias para su supervivencia o desempeñen los roles que de ellas se espera con base en su
                      edad, sexo y procedencia social y cultural. Se caracteriza por una discordancia entre la capacidad
                      de actuación individual y los requerimientos de su grupo social que refleja el grado de adaptación
                      del individuo al medio ambiente y a la sociedad, como resultado de su incapacidad.

               Con este enfoque –sintetiza Rosita- la secuencia lineal se estructuraría de la siguiente manera: enfermedad-deficiencia-
               discapacidad-minusvalía. Se mantiene una relación da causa y efecto, con cierto matiz de perpetuidad;  con  el  que se
               pretende justificar –nos alerta Rosita- que ciertas categorías de individuos son incapaces de llevar vidas “normales”.


               El modelo médico, dice Rosita, de alguna manera no puede evitar el énfasis en la lesión que lleva a la discapacidad y
               que puede crear condiciones de dependencia; percibiendo a la persona, como alguien incapaz: tan sólo a partir de
               las características aisladas de alguno de sus órganos o de sus funciones, perdiéndose de vista al sujeto como un todo.

               De igual manera, parecería inevitable en el modelo médico, la condición de dependencia permanente en
               la que se pretende situar a las personas con discapacidad; incapaces de ser autoras y mentoras de sus
               propios proyectos de vida o de proyectos de vida productivos o suficientemente relevantes para otros. En
               consecuencia, representan un problema para la sociedad en que viven.

               En forma valiente y visionaria, Rosita nos alerta en su texto del riesgo que existe al pretender sustentar
               estas  clasificaciones  en  ideas  de  cierta  divergencia  normativa,  con  respecto  a  patrones  encubiertos
               que pretenden regir lo perfecto y lo bello, entre seres humanos; con todos los efectos nocivos que una
               abominación así, puede llegar a generar.

               Este debate sobre los mensajes implícitos de las clasificaciones de las enfermedades, nos recuerda en VIM
               al que en su momento existió en torno al intento surgido al parecer en la Europa del siglo XVI, de clasificar
               a los seres humanos en razas humanas.

               Cinco siglos y la muerte de millones de seres humanos, costaría a la humanidad darse cuenta del absurdo
               de tal pretensión; puesto que ni desde el punto de vista genético, ni desde el punto de vista meramente
               biológico, era sostenible ningún tipo de clasificación en ese sentido. Sin mencionar las concepciones de
               tipo racista que el uso de semejante término suele acarrear.

               Después del nazismo, la pretensión de clasificar a los seres humanos según conceptos de raza dejó de ser
               utilizado paulatinamente por los estados y se sostuvo que la humanidad, por su alto grado de movilidad,
               sociabilidad y mestizaje, no podía ser reducida a un determinado tipo de razas. No fue sino a mediados
               de la década de los 50, cuando la UNESCO recomendó sustituir la noción de raza humana, considerada no
               científica y confusa, por la de etnia, basada más en las diferencias culturales.

                                                             60
   56   57   58   59   60   61   62   63   64   65   66