Page 59 - Primer libro VIM
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acompañó durante todo su nuevo proceso de lucha; al igual de cómo ocurrió los primeros días después del
accidente de 1982. Las palabras de su madre siempre lo retaban; y, en esta ocasión ella sólo mandó a decir:
“Díganle a Santiago que no se acobarde”. Nunca terminó de entender, del todo, a qué se refería su madre.
Prefirió darle a esas palabras, el sentido más poderoso que podían tener para él, en ese momento; decidió
entonces no acobardarse y ganarle la batalla al cáncer: una verdadera osadía por la gravedad de su cáncer
y los efectos debilitantes del tratamiento, que para un cuadra, son aún más severos.
Esa situación, aunada al peso psicológico que tiene la enfermedad, por ser una de las más temidas hoy
en día -aún por los propios parados- hacía más complicada la batalla. Pero Santiago no se rindió: “a mí
no me llevas” –suele compartir, cuando habla de su proceso frente a la enfermedad. “Si ya libré un doble
accidente que inmovilizó el 80% de mi cuerpo y una escara que me mantuvo vigilante las 24 horas durante
un encierro de 30 días… ¡tengo que salir de ésta!”. Al cuarto mes de tratamiento, Santiago sintió que no
podía más: “Estaba a punto de tirar la toalla; pero a los cinco minutos recobré fuerzas y pensé: ya no más
te faltan cuatro meses Santiago, no puedes rajarte ahora”.
Llegó el octavo mes, ni Santiago ni los médicos lo podían creer: los análisis resultaron negativos, el cáncer
¡había desaparecido! ¿Qué había que aprender de semejante prueba? ¿Cuáles eran los por qués, para
qués y para quiénes que había que responder ahora? Santiago no lo tiene claro aún, ni mucho menos las
personas que logramos enterarnos de lo ocurrido -Santiago, lo manejo siempre con mucha discreción:
su “complicación” rebasa todos los límites de lo imaginable; confronta nuestra razón, nuestra emoción,
nuestra oración, nuestra meditación, nuestro concepto mismo de rehabilitación. Confronta todo lo que
hemos venido recorriendo juntos hasta ahora -como personas con discapacidad-, que asumimos la
responsabilidad de nuestra vida, nuestra independencia y nuestra integración social.
¿Qué sentido tuvo el cáncer fulminante de Santiago? No lo sabemos; pero hay algo muy dentro de Santiago,
que parece gritar desde lo más profundo de su alma: el ser humano está hecho de vida y para la vida. El
cáncer parece estar retando a la humanidad entera; parece estar ahí para gritarle ¿de qué estás hecha
humanidad? ¿Eliges la vida o eliges la muerte? ¿será ésa la misión de las y los chuecos: confrontar así, de
sa manera, a la humanidad?
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