Page 55 - Primer libro VIM
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infertilidad.  Otros  25  casos,  han  tenido  complicaciones  todavía
                                                más  raras:  neumonía  por  falta  de  ejercicio,  problemas  digestivos,
                                                infecciones  urinarias,  hipertensión  arterial,  dolor  muscular,
                                                contracturas, deformaciones y fracturas.


                                                Cada complicación también es singular y con
                                                implicaciones infinitas para la PCD

               ¿Por qué existen todas estas complicaciones? Nuevamente es la pregunta difícil. Sin duda muchos de los médicos
               que leerán esto, estarán muy prestos a responder. Pero nuevamente les decimos: para quienes vivimos estas
               complicaciones, no basta una explicación médica; al menos, no para nuestra conciencia y nuestro anhelo de
               plenitud. Pero sabiendo el grado de dificultad de esta pregunta; preferimos hacerle caso a los tanatólogos: es
               mejor que cada una de nosotras, personas con discapacidad, busque su propia respuesta, si así lo desea.

               Habemos otras personas con discapacidad, que preferimos concentrarnos en la siguiente pregunta: ¿Para qué
               existen estas complicaciones, las que hemos vivido o las que estamos viviendo ahora? Por supuesto que cada quién
               debe buscar de igual manera, su propia respuesta. Pero hay algunos “para qués” que vale la pena compartir en este
               momento y que sin duda pueden enriquecer nuestra experiencia en ese sentido. Nos referimos concretamente a
               las escaras.

               Una escara es una herida en la piel con características muy particulares: se genera normalmente de adentro
               hacia afuera, por la presión y fricción constantes que ejercen los huesos en un punto específico del cuerpo
               (normalmente las nalgas, derivado de las muchas horas que pasa una persona con discapacidad motora
               en su silla y la falta de un cojín adecuado). Al no haber sensibilidad en esa parte del cuerpo, la persona con
               discapacidad no nota que se está produciendo una lesión.

               Cuando se da cuenta, normalmente es demasiado tarde: la herida ya es muy profunda y las posibilidades
               de  cicatrización  se  vuelven  prácticamente nulas;  por  falta  de  ventilación  en  la  zona  y la  presencia  de
               infecciones. Una escara que no es tratada a tiempo o en forma adecuada, puede llegar a causar la muerte
               de la persona con discapacidad. Además del riesgo, no sobra decir que su aspecto puede llegar a ser
               realmente escalofriante: hay escaras tan profundas, que uno puede ver el hueso; otras, dan la impresión
               de que la persona enfermó de lepra o de alguna enfermedad similar.

               Otra forma de adquirir la escara, es cuando la persona con discapacidad recibe la herida desde afuera. Adquirirlo
               de esta manera, es menos frecuente, pues normalmente es el resultado de un nuevo accidente;  Como fue
               el caso de Santiago: no cabe duda que el fundador de Vida Independiente México no ha agotado aún los
               “para qués” de su propia existencia. El accidente fue aterrador: estando en un campamento en Ixtapa, Gro.
               con motivo de uno de los muchos cursos intensivos que ha impartido; después de darse una ducha a medio
               día (recordemos que los cuadras tienen que refrescar su cuerpo constantemente para no exponerse a las
               altas temperaturas que produce la falta de sensibilidad en la piel y la disfunción de las glándulas sudoríparas)
               mientras intentaba acercarse por una toalla, impulsando su cuerpo hacia adelante en la silla de plástico que
               usa normalmente en la regadera, ésta se atoró debilitándose al instante.


               La silla se hizo pedazos y una de las astillas de alrededor de 10 cm de largo, quedó clavada en su trasero, a
               unos pocos centímetros de la región anal; como pudo, se vistió y buscó ayuda entre las personas que estaban
               comiendo, quienes de inmediato lo llevaron al hospital más cercano. En pocos días, apareció la escara; aún
               con todas las técnicas que Santiago ya conocía para prevenirlas y atenderlas, era imposible que una herida
               tan profunda cicatrizara sin suficiente ventilación y con la constante presión de la silla de ruedas.



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