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ENTRADA EN SOCIEDAD
Aunque de puertas afuera lo sobrellevara con humor, Einstein no
disfrutaba de su desencuentro con el resto del mundo. La de-
fensa numantina de su relación con Mileva no debía plantearle
demasiados remordimientos, pero la desazón que proyectaba en
sus padres la incertidumbre de su futuro profesional lo atormen-
taba. En una carta a su hermana Maja asoma esta angustia en
toda su crudeza:
No supongo más que una carga para mis parientes [ ... ]. Seguramen-
te lo mejor para ellos sería que yo no existiera. Solo la idea de que
siempre he hecho cuanto me han permitido mis escasas fuerzas y
que vivo año tras año sin concederme un placer, una diversión, salvo
los proporcionados por nús estudios, me permite continuar y a veces
me protege de la desesperación.
En los momentos de abatimiento contempló la posibilidad de
tirar por la borda sus aspiraciones científicas y emplearse en una
compañía de seguros. Sin embargo, consiguió mantenerse sobre
la cuerda floja, haciendo malabarismos de un trabajo precario a
otro: dio clases particulares, sustituyó a un profesor de matemáti-
cas en la escuela técnica superior de Winterthur, fue tutor en un
internado de Schaffhausen ... y en ocasiones comió muy poco. Su
amigo Friedrich Adler confesó que en algún momento llegó a
temer que muriese de hambre. Cuando su antiguo mentor Max:
Talmey, ya doctor, le hizo una visita y vio la habitación donde
vivía, constató que: «su entorno revelaba una pobreza conside-
rable». Finalmente, por mediación de su antiguo compañero de la
Politécnica Marcel Grossman, Einstein consiguió un puesto en
la Oficina de Patentes de Berna. A cambio de un sueldo más bien
escaso, debía evaluar la viabilidad de los inventos que aspiraban
a una patente, en su mayoría con un fundamento electrotécnico.
En realidad, era una oportunidad para dejarse arrastrar por el
flujo creativo de los inventores y regresar al universo acogedor de
las bobinas, los conmutadores y las dinamos en el que había sido
iniciado por el tío Jakob. Como escribió a la viuda de Grossmann,
48 TODO MOVIMIENTO ES RELATIVO