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podía atacar a la vez los dos problemas: si lograba introducir la
      aceleración en la relatividad, la gravedad encajaría en ella de
      modo automático.
          Si nos conceden muy poco tiempo y nos privan de alguno de
      nuestros sentidos, no sabremos determinar si nos precipitamos
      en una caída libre o flotamos en ausencia de gravedad. Esta in-
      certidumbre germinaría incluso al dar un salto. Si congelamos
      nuestro movimiento en el fotograma donde alcanzamos el punto





            ñuelo y las llaves se aproximarán a sus costados (figura 1). A veces se descri-
            be esta deriva diciendo que sobre los objetos actúan fuerzas de marea, porque
            el mismo efecto da cuenta de las mareas terrestres.
            2) En el espacio
            Sin Tierra a la  vista,  no se  pondrá de manifiesto ninguna de las desviaciones
            anteriores. Puesto en marcha el  experimento, si  el prisionero asiste a la deriva
            de los objetos, ya puede irse preparando para un doloroso aterrizaje (figura 2).



                         FIG.1                       FIG. 2
                                                          l




               V                           -v                    -

                  \



                          !                               !
















                                          LOS PLIEGUES DEL ESPACIO-TIEMPO   99
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