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No está muy claro cuándo Maxwell empezó a trabajar en el
      reto planteado por el premio Adams.  En julio de  1856,  cuando
      dejó Cambridge para tomar posesión de su plaza de profesor de
      Filosofía Natural en el Marischal College de Aberdeen, estaba to-
      talmente absorto en el problema. Contó a su amigo R.B. Litchfield
      que estaba «dedicando una gran parte de tiempo a los anillos de
      Saturno, un problema que encuentro particularmente duro pero
      curioso, sobre todo en el caso de un anillo fluido en movimiento».
      En una carta posterior de  octubre señalaba sus avances sobre
      las condiciones de estabilidad, y el ensayo definitivo lo escribió
      y envió al jurado el 16 de diciembre. El de Maxwell fue el único
      trabajo que se presentó.





           ferencias públicas, Thomson proyectaba en una gran pantalla los colores del
           jabón mientras decía:
               Quienes se ocupan de las pompas de jabón tienen la  posibilidad de admirar uno
               de los  fenómenos más interesantes de la  física.  Basta con soplar una pompa de
               jabón y observar su comportamie_nto para estudiar la propia vida en su totalidad y
               aprender, de paso, alguna lección de física.
           Pero el verdadero experto en este tema, y quien hizo las investigaciones más
           detalladas, fue el físico belga Joseph-Antoine Ferdinand Plateau, en la década
           de 1840. Plateau se había quedado ciego tras una década dedicada a estudiar
           la persistencia de la visión, por lo que a la  hora de examinar los movimientos
           del jabón, el aceite y de otros fluidos le asistían sus familiares y amigos. Plateau
           desarrolló va rias técnicas, muy ingeniosas, para manejar las  burbujas y  sus
           películas.  En  una de ellas, una masa de aceite e·n suspensión en  una mezcla
           de alcohol y agua de idéntica densidad le valió para determinar lo que ocurría
           en ausencia de gravedad. Y tras comprender los caprichos de la glicerina co-
           mercial y establecer cuál era la  mezcla de jabón y agua más idónea para sus
           investigaciones, logró producir pompas y películas de jabón de larga duración
           que sus ayudantes manipulaban con mallas de alambre de distintas formas. De
           este modo, Plateau consiguió domesticar su  comportamiento demostrando
           que la  forma de equil ibrio preferida por una  pompa era  la  esfera.  Explicó,
           además, cómo sus gotas de aceite giratorias imitaban a los anillos de Saturno,
           pues se convertían en  una sucesión de láminas circu lares. Este trabajo tuvo
           mucha repercusión en Inglaterra, pues James Challis lo tradujo y un periódico
           londinense lo publicó en 1846.







                                                LOS ANILLOS DE SATURNO    99
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