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todas las posibles combinaciones tienen que haberse dado; no solo
          eso, sino que tienen que haberse dado un número infinito de veces.

          El uso de la palabra «energía» tal vez haga la formulación de
      Nietzsche algo difícil de comprender por su anacronismo, pero su
      argumento es relativamente simple: si hay una cantidad limitada
      de materia - o energía- en el universo y si este es finito en el es-
      pacio, entonces por fuerza el número de posibles combinaciones
      de la materia es finito. Si el tiempo, por el contrario, es infinito, las
      combinaciones están condenadas a repetirse un número infinito
      de veces. Una explicación similar, pero en términos matemáti-
      cos, fue dada por Poincaré diez años después. La figura adjunta
      muestra este mismo planteamiento: un sistema discreto como un
      conjunto de nueve cuadrados con uno coloreado tiene un número
      finito de estados y, por lo tanto, volverá a su estado inicial, como
      máximo tras pasar por todas sus posibles configuraciones:


















          La objeción que planteaba Zermelo a Boltzmann, así pues, era
      la siguiente: Boltzmann afirma que puede demostrar que su canti-
      dad H -la entropía, con valor negativo- disminuye siempre por
      necesidad. Sin embargo, el teorema de Poincaré demuestra que,
      dado suficiente tiempo, cualquier combinación de átomos volverá
      a repetirse y,  por lo tanto, se volverá a la entropía inicial.  Por
      consiguiente, la afirmación de Boltzmann no puede ser correcta.
          Boltzmann, probablemente ya desquiciado por la oposición
      de los energetistas y su delicada salud, por no hablar de su ten-
      dencia a la depresión, contestó con cierta virulencia. Empezaba






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