Page 124 - 24 Rutherford
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bién a hacer frente a la avalancha de honores y premios que se le
concedían por todo el mundo. Realizó constantes y largos viajes
para atender las demandas de su presencia. Entre esos reconoci-
mientos destacan sus nombramientos como presidente de la Aso-
ciación Británica para el Avance Científico (1923) y presidente de
la Royal Society (1925). Tantas responsabilidades hicieron mella
en su productividad científica: pasó de un ritmo endiablado de
publicaciones anuales a que estas prácticamente desaparecieran.
Una de las pocas teorías científicas originales que Emest de-
fendió durante la década de 1920 resultó ser, además, un completo
error. Creyó que el propio núcleo atómico estaba compuesto a su
vez por un núcleo aún más pequeño alrededor del cual girarían
otras subpartículas. Es decir, esperaba encontrar en el núcleo
una reproducción a escala de la estructura del átomo, como si
se tratara de una estructura como la de las muñecas rusas. Bohr
cuestionó este planteamiento, y finalmente Rutherford tuvo que
aceptar la evidencia de que estaba equivocado.
¿Había llegado la decadencia en una carrera, por otro lado,
brillante? ¿Era el momento de que se le rindiera a Rutherford el
reconocimiento merecido por sus méritos,, sin esperar mayores
aportaciones? Su enorme creatividad y sus constantes inquietudes
le impidieron que se atuviera a esa posibilidad. Ya en 1920, con la
impartición de la conferencia bakeriana, mostró que aún podía
tener chispazos geniales y que su capacidad para trascender su
propia época se mantenía intacta.
La celebración como segunda edición de la conferencia bake-
riana apenas tuvo impacto y pasó desapercibida entre la comuni-
dad científica. Frédéric Joliot, marido de Irene Curie, reconoció
más tarde no haber acudido por considerar que se trataría del
«habitual despliegue de oratoria sin ideas nuevas». Nada más lejos
de la realidad y, tal como veremos a continuación, basado en lo
que allí se dijo, le valió a él mismo el premio Nobel.
En esta conferencia, Rutherford fue capaz de anteceder algu-
nos de los avances de la ciencia en los siguientes años. Entre sus
pronósticos, todos ellos confirmados, hizo referencia, por ejem-
plo, a la existencia del hidrógeno «más pesado», que tendría un
núcleo con el doble de masa del hidrógeno usual, pero que man-
124 HACIA LA ESCISIÓN DEL NÚCLEO