Page 121 - 24 Rutherford
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Rutherford tuvo que enfrentarse a un desafío de gran magni-
      tud.  Necesitaba, por un lado, obtener financiación, la cual acabó
      siendo en buena medida pública gracias al interés que la actividad
      científica había despertado en el órgano estatal durante la guerra.
      Por otro lado, Rutherford fue capaz de rechazar algunas fuentes
      de financiación privadas, en parte guiado por la convicción de que
      la investigación está unida a la carestía. Mantuvo la austeridad
      como una de las señas de identidad del centro, lo que en algunos
      casos despertó la incomprensión de sus colaboradores. Su propia
      carrera podía ser tomada como ejemplo de que con relativamente
      pocos medios se podía llegar muy lejos, aunque en ese momento
      empezó a entrar en crisis. Estaban surgiendo nuevas necesidades
      para la investigación que requerían presupuestos muy elevados, a
      menudo debido a necesidades de instrumental. Rutherford nece-
      sitó tiempo para convencerse de que si deseaba desentrañar los
      misterios que escondía el núcleo atómico, sería necesario dispo-
      ner de dinero y de instalaciones.
          Como director del laboratorio, Rutherford tuvo que gestionar
      también el incremento del número de estudiantes e investigadores
      y la ampliación de las instalaciones. Por encima de todo, dedicó
      tiempo al equipo de investigadores, se preocupó por sus proble-
      mas y ejerció un liderazgo indiscutible.  Era muy exigente con
      los resultados, pero al mismo tiempo inspirador. De este modo,
      conseguía obtener el máximo rendimiento de sus estudiantes y
      unos resultados fuera de lo común. Tuvo la capacidad de rodearse
      siempre de los mejores, y de que los que le rodearan acabaran
      convirtiéndose al mismo tiempo en los mejores. A su alrededor se
      formó un vivero de futuros premios Nobel.
          En aquella época,  lo  más urgente  era ocuparse  de  los in-
      vestigadores que trataban de rehacer su vida tras la guerra. Ru-
      therford también tuvo que hacer frente a esa problemática, y en
      algunos casos hasta implicarse personalmente. Un ejemplo fue
      el de  Chadwick, por quien siempre manifestó un gran aprecio.
      Al finalizar la guerra, Chadwick fue liber~do de su encierro en el
      campo de concentración, en un estado físico  lamentable y con
      una profunda depresión.  Con solo veintisiete años, no se sentía
      con ninguna perspectiva clara de futuro. Rutherford se ocupó de






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