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Rutherford apostó en primer lugar por pensar que la radiac-
tividad surgía debido a que una cierta perturbación cambiaba la
disposición interna de los átomos, creando un estado de inesta-
bilidad. En ese momento se producirían las emisiones de rayos X
y de radiación beta, lo que daría lugar a una reconfiguración del
material, todavía inestable, y ello ocasionaría nuevas emisiones de
radiación tipo alfa. Según su primera hipótesis, la radiactividad era
un producto indirecto de un fenómeno de inestabilidad interna de
la configuración atómica, en cierto modo un mecanismo de tipo
secundario. Ya se sabía que los rayos beta se identificaban con los
electrones, de modo que se pensaba que al ser tan poco masivos
no podían perturbar la naturaleza de los átomos. Sin embargo, era
necesario poder explicar qué eran los rayos alfa.
Se sospechaba que tenían carga positiva. Sin embargo, cuando
se había tratado de detectar radiactividad empleando campos
magnéticos, los rayos no modificaban su trayectoria, de modo
que parecía que esta hipótesis tenía que descartarse. Rutherford
no se conformó con estos resultados y decidió volver a intentar
este experimento pero recurriendo, esta vez, a una fuente de rayos
alfa de mayor intensidad y a un generador de campos magnéticos
más potente. Los Curie le suministraron radio, y de un departa-
mento de la Universidad McGill pudo tomar prestado un aparato
para generar el campo magnético (un imán). En otoño de 1902,
Rutherford observó que los rayos alfa sí variaban su trayectoria al
pasar por el campo magnético, y lo hacían en dirección opuesta a
los rayos beta, que ya se sabía que tenían carga eléctrica negativa.
Esto se podía interpretar como que su carga eléctrica era positiva.
Si ese hecho no había podido ser revelado hasta aquel momento
fue debido a que las partículas alfa eran mucho más masivas que
las partículas beta.
Si unos rayos compuestos por elementos de masa no des-
preciable emergían del interior de los átomos, era absurdo no
deducir que estos tenían que representar cambios importantes en
la propia estructura interna de la materia. Esta emisión de rayos
alfa se pensó que debía de ser de hecho la que podía provocar
el resto de cambios y emisiones de radiación observados. Mien-
tras que la emisión de radiación electromagnética o la eyección
82 LA DESINTEGRACIÓN RADIACTIVA