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MARAT, EL AMIGO DEL PUEBLO

               Aunque nacieron el  mismo año,  los caminos de Jean-Paul Marat (1743-1793)
               y  Antoine Lavoisier no se cruzaron hasta 1778, cuando el  primero presentó
               su  estudio sobre el  Fluido ígneo a la  Academia de Ciencias. Marat, que había
               estudiado en  Londres, se ganaba la vida por esa  época ejerciendo como mé-
               dico en  París con un título de la  universidad escocesa de Saint Andrews, un
               lugar que nunca había pisado. Pero su  inclinación hacía la ciencia era cada vez
               mayor, Y sus aspiraciones eran desarrollar una carrera científica en el  seno de
               la  Academia, para lo cual se aprestó a estudiar la  naturaleza de la luz, el  calor
               y el  fuego, temas entonces de moda. Tras la evaluación positiva de un primer
               informe, presentó otro más extenso con unas pintorescas teorías sobre el calor,
               cuyas conclusiones fueron rechazadas por una comisión de la Academia. Poco
               después, Lavoisier descubrió que Marat había publicado su  estudio como si
               contara con el  refrendo de la Academia, tras lo cual esta lo desautorizó oficial-
               mente. Tras  la  caída de la  monarquía, Marat fue miembro de la  Convención,
               pero su  auténtico poder estaba en  su  afilada pluma como director del perió-
               dico L'Ami du Peuple («El amigo del pueblo»), desde cuyas páginas firmaba
               sentencias de muerte más implacables que las  del temible Comité de Salud
               Pública. Ahí escribió en enero de 1793: «Denuncio ante ustedes a este maestro
               de charlatanes, el señor Lavoisier, hijo de rentista, aprendiz de químico, recau-
               dador de impuestos, comisionado de la  pólvora y el salitre, administrador de





                     oficio. A continuación, se detallaba la producción de los bienes de
                     consumo, empezando por el fundamental, base de la alimentación
                     de la población, el trigo, incluyendo también el atToz y el resto de
                     los cereales, la leche, el vino, los quesos, las frutas, las verduras,
                     las hortalizas, el pescado, las distintas caines, la leña, el vestido y la
                     cabaña de ganado, desglosada en ovejas y vacas.  Con toda esa
                     información se hacía la primera evaluación de la renta per cápita
                     media del país.
                         El informe fue el primero de su estilo y es un modelo de con-
                     cisión y claridad que se lee con relativa facilidad,  a pesar de que
                     su contenido es una acumulación de datos. Constituía una exce-
                     lente base sobre la que planificar la estrategia del desarrollo del
                     país.  Lavoisier lo presentó ante la Asamblea Nacional el 15  de
                     marzo de 1791, en los turbulentos días que precedieron a la caída
                     de la monarquía. Lo hizo en su calidad de miembro de la Caisse





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