Page 30 - 29 Lavoisier
P. 30
aspiraba a descifrar los misterios de la naturaleza como forma de
acercarse a Dios. En contraste, el descreído Paracelso buscaba
las herramientas para la curación de sus semejantes, y Robert
Boyle, un noble estrafalario y adinerado, probablemente buscaba
pasar el rato. Aunque Boyle afirmara que Paracelso fue el primero
en abordar el conocimiento de la materia de una forma racional,
dejando atrás las filosofías trasnochadas de los cuatro humores
(los líquidos - sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema- de cuyo
equilibro dependía la salud), su obra The Skeptical Chymist («El
químico escéptico»), publicada en 1661, se considera el primer
tratado de química, arte que Lavoisier elevaría al rango de ciencia.
Además de ser socio fundador de la Royal Society, la sociedad
científica más antigua de Europa -fue creada en 1660- , Boyle
formuló la ley que estipula que a temperatura constante el pro-
ducto de la presión por el volumen de una cantidad dada de gas es
constante. Esta ley sigue siendo una herramienta imprescindible
para los químicos actuales, lo cual no deja de ser curioso, pues en
esa época no existía el concepto de gas.
Aunque el científico y alquimista flamenco Jan Baptista van
Helmont (1579-1644) había intentado poner orden en el mundo
de los fluidos aeriformes con el concepto de kaos, vocablo griego
del que según algunos derivaba la palabra «gas», la comunidad
química de la época no estaba preparada para tamaña revolución
lingüística. Pero si bien Boyle y sus herederos siguieron usando el
término «aire», dejando el gas en el limbo, otro término acuñado
por Van Helmont para defirúr la inflamabilidad - el phlogistos-
sí que tuvo éxito. Una modificación de esta palabra, phlogiston,
fue asociada por Stahl con el principio de la combustión que el
erudito y alquimista alemán Johann Joachim Becher (1635-1682)
había llamado terra pinguis. Con estos mimbres Stahl elaboró la
teoría del flogisto, que habría de gozar del favor de químicos tan
ilustres como los ingleses Henry Cavendish ( 1731-181 O) y J oseph
Priestley (1733-1804).
Para Stahl, la oxidación era una versión lenta de los procesos
de combustión (lo cual es cierto), en el transcurso de los cua-
les las sustancias combustibles perdían una parte del flogisto que
supuestamente contenían. Otro proceso análogo era la calcina-
30 UN CIENTÍFICO ENTRE ABOGADOS