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a consecuencia de años de despilfarro y mala gestión, las arcas
       del Estado estaban vacías. Una de las grandes fuentes de gasto
       era la munición del ejército; en teoría,  el Estado tenía el sumi-
       nistro garantizado por una compañía que poseía el monopolio de
       la fabricación de pólvora, pero la realidad era que las pésimas
       condiciones del contrato hacían que la pólvora «nacional» llegara
       al ejército francés en cantidades insuficientes y con una calidad
       muy deficiente. Por ello el Estado tenía que comprar pólvora en
       el extranjero a precios muy elevados, mientras que la compañía
       francesa vendía sus mejores partidas al mejor postor, incluidos
       los enemigos de Francia. Este caos en el suministro de la pólvora
       no fue ajeno al catastrófico final de la Guerra de los Siete Añ¿s en
       1763, en la cual Francia perdió casi todas sus colonias americanas.
           Las causas de los problemas con la producción de la pólvora
       eran múltiples: los costes estaban subestimados, por lo que la pro-
       ducción no era rentable desde el punto de vista económico, pero
       como el contrato con la compañía suministradora no la penalizaba
       por no cumplir los objetivos, tampoco había interés en mejorar el
       proceso. No obstante, la mayor limitación estaba en el suministro
       de uno de los ingredientes: el salitre (KN0 ); respecto a los otros
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       dos, el azufre y el carbón, no había problemas de suministro. El
       ejército francés era rehén de los productores de salitre, los cuales,
       conocedores de ello, cobraban precios abusivos y no cumplían los
       contratos en cuanto a las cantidades a suministrar.
           Para remediar esta situación, Turgot creó la Comisión de la
       Pólvora, que debía supervisar todo el proceso, y a su frente puso a
       cuatro comisionados, entre ellos a Lavoisier. Los comisionados se
       encontraron con una tarea ardua. De entrada, tuvieron que aportar
       cuatro millones de libras para hacer efectiva la indemnización por
       la cancelación del contrato con la compañía que hasta entonces se
       había encargado del suministro. Los objetivos del trabajo de los
       comisionados, además de mejorar la calidad y la cantidad de la
       pólvora, era obtener beneficios para el Tesoro con el monopolio
       de la fabricación y la venta de la misma. Otro de sus objetivos era
       liberar al país de la servidumbre de los productores de salitre. Por
       todos sus desvelos los comisionados recibirían un sueldo de 2 400
       libras anuales más gastos.  El trabajo de la Comisión de la Pól-






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