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vora fue extraordinariamente eficiente y, en menos de dos años, la
mitad del adelanto que los comisionados habían tenido que pagar
· a la antigua compañía encargada de la fabricación de la pólvora
había sido reembolsado.
No obstante, seguía habiendo déficit en la producción de sa-
litre, sustancia que mayoritariamente procedía de los residuos de
los establos. Como ya habían hecho los gobiernos de otros países,
Lavoisier dispuso la búsqueda en las minas, así como un proce-
sado más eficiente de los residuos de los establos. La Academia
nombró una comisión para la supervisión del proceso a escala
nacional, siendo Lavoisier uno de sus miembros. También en este
campo obtuvo mejoras sustanciales, y Francia pasó de tener défi-
cit de pólvora a tener superávit.
La muerte de su padre de un ataque al corazón, que tuvo lugar
en septiembre de 1775 en su finca de Le Bourget, le causó gran
tristeza, sobre todo porque no pudo estar a su lado en sus últimos
momentos. Según escribió entonces, había perdido a su mejor
amigo. Pero no pudo detenerse a llorarlo, el trabajo lo apremiaba.
Su nombramiento corno miembro de la Comisión de la Pól-
vora introdujo otro cambio de gran calado en su vida: se trasladó
a vivir a su lugar de trabajo, el Arsenal, en una de cuyas dependen-
cias montó un laboratorio al que dotó con los mejores aparatos de
medida para cuantificar la nueva ciencia. Muchos de estos dispo-
sitivos fueron diseñados por él y todos fueron adquiridos a cargo
de su fortuna personal.
Habían pasado cuatro años desde que Marie y Antoine se ha-
bían casado. A falta de hijos y con la tía Constance ocupándose
de todo lo relativo a los asuntos domésticos, Marie podía dedicar
mucho tiempo a ayudar a su marido. Era una presencia asidua en el
laboratorio y tornaba parte en los debates químicos que allí tenían
lugar. Para poder participar en tales discusiones con conocimiento
de causa, sus clases de inglés y de dibujo se completaron con lec-
ciones de química, que inicialmente fueron impartidas por Antoine;
luego realizó un aprendizaje más formal asistiendo a academias y
recibiendo clases de Bacquer, joven colaborador de Lavoisier.
El laboratorio del Arsenal se convirtió así en un centro de
investigación y tertulia, que fue visitado por las personalidades
64 EL OXIGENO VENCE AL FLOGISTO