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la intensidad nula,  o el silencio. Veamos cómo se interpreta el
        gráfico bajo estas condiciones. Al principio estamos en silencio y
        enseguida una señal sonora comienza a aumentar gradualmente
        de intensidad ( esto se ve en que la primera línea oblicua sube); el
       sonido llega a su intensidad máxima y cae el silencio, pero inme-
        diatamente el sonido comienza a subir de intensidad exactamente
        igual que antes, hasta llegar una vez más al mismo nivel máximo
        de intensidad ( esto se ve  en que la segunda línea oblicua sube
        igual que la primera); cae otra vez el silencio, y el mismo esquema
        vuelve a repetirse una y otra vez.
           A principios del siglo  XIX,  el matemático francés  Joseph
        Fourier (1768-1830) desarrolló un método que le permitía escri-
        bir cualquier gráfico periódico como la suma de ciertas curvas
        específicas muy sencillas, curvas que se describen matemática-
        mente mediante fórmulas llamadasfunciones trigonométricas.
        Estas sumas, a su vez, acostumbran a involucrar una cantidad
       infinita (en potencia) de curvas, y como en matemáticas a las
       sumas  infinitas  se  las  suele  llamar  series,  el  método  recibe





             decir, el  resultado del paréntesis sigue siendo S. Tenemos así que 1- 5 = S,
             de donde deducimos que 5  vale 1/2. Pero también podemos agrupar de la
             siguiente manera:
                       1-1 +l-1 +1-... =(1-1)+(1-1)+(1-l)+ ... = 0+0+0+ ... =0.

             El cálculo entonces daría cero como resultado. O también podemos agrupar
             así:

                         1- 1 +1-1 +1- ... =1-(1-1)-(1-1)-... =1-0-0- ... =1,
             por lo que el  resultado sería l. ¿cuál es entonces el  resultado correcto, 1/2, O
             o 1?  Paradojas como esta preocuparon durante décadas a los matemáticos,
             hasta que, finalmente, en el siglo x1x se descubrieron las reglas correctas para
             operar con sumas o  restas  infinitas. La  respuesta al  dilema es  que el  cálculo
             1 - 1 + 1 - 1 + 1-... no da ningún resultado. En otras palabras, su supuesto resultado
             en realidad no existe. El  razonamiento de Leibniz falla, precisamente, porque
             5  no es una cantidad existente.








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