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libro Conceptografía, de 1879 (Begriffsschrift en alemán). Desde
       todo punto de vista, el lenguaje creado por Frege es muy diferente
       de nuestra esc1itura habitual; en realidad, más que un texto parece
       un dibujo lineal. Es probable que esta diferencia fuera deliberada
       y que tuviera como finalidad lograr que el lenguaje riguroso de las
       matemáticas se alejara todo lo posible del lenguaje coloquial. Sin
       embargo, esta decisión tuvo una consecuencia negativa, porque el
       sistema resultaba muy arduo de comprender y esto redujo sensi-
       blemente la penetración que la obra de Frege pudo haber tenido
       en el público interesado en ella.




       LA PARADOJA DE RUSSELL

       En 1902, Frege acababa de enviar a la imprenta el segundo tomo
       de sus Fundamentos de la aritmética, la obra en la que desarro-
       llaba su programa de fundamentar las matemáticas en la teoria de
       conjuntos, cuando recibió una carta del lógico inglés Bertrand Rus-
       sell (1872-1970); la carta está fechada en Friday's Hill, Haslemere,
       Reino Unido, el 16 de junio de 1902, y ocupa apenas una página.
       En esa carta, Russell, que había leído el primer tomo de los Fun-
       damentos, comenzaba elogiando el trabajo de Frege y manifestán-
       dose completamente a favor de lo que él intentaba hacer;  «pero
       - agregaba Russell- he encontrado una pequeña dificultad».
           ¿Cuál era esa dificultad? Uno de los axiomas en los que Frege
       basa la teoría de conjuntos es el llamado axioma de  compren-
       sión,  que expresado en lenguaje coloquial dice que a toda pro-
       piedad le corresponde un conjunto, que es el conjunto formado
       por todos los objetos que cumplen esa propiedad. Por ejemplo,
       a la propiedad «ser un libro de matemáticas» le corresponde el
       conjunto formado por todos los libros de matemáticas; a la pro-
       piedad «ser un número racional» le corresponde el conjunto de
       todos los números racionales; y así sucesivamente. En su carta
       a  Frege,  Russell formula la siguiente pregunta:  ¿qué sucede si
       tomamos la propiedad «ser un conjunto que no es miembro de
       sí mismo»?





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