Page 24 - 21 Faraday
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de muy mala calidad, habida cuenta de los escasos recursos de
                    su familia,  y en segundo lugar porque sus padres no confiaban
                     demasiado en la educación reglada.
                        A pesar de las penurias, los Faraday eran una familia feliz,
                    ante todo porque pertenecían a una ferviente comunidad religiosa,
                    los sandemanianos, una secta que se había escindido de la Iglesia
                    presbiteriana de Escocia y de la Iglesia de Inglaterra. Entre los
                    sandemanianos, la pobreza era motivo de satisfacción, pues les
                    recordaba que Jesús, también pobre, les había dicho a los israe-
                    litas que un rico tenía menos posibilidades de entrar en el Reino
                    de los Cielos que las que tenía un camello de pasar por el ojo de
                    una aguja.
                        Por ello,  y porque tuvo que empezar a trabajar desde muy
                    joven - primero como repartidor de periódicos y luego en una
                    librería- , Faraday se involucró en la investigación científica a
                    una edad tardía, cuando la mayoría de los científicos ya habían
                    hecho sus grandes aportaciones.
                        Faraday era un chico entusiasta aficionado a los retos inte-
                    lectuales. Por ejemplo,  disfrutaba particularmente al componer
                    juegos de palabras para sus amigos, como la respuesta que ofreció
                    a una carta de Benjamín Abbott:


                        -no-no-no-no-ninguno-derecha-ninguna filosofía sigue vive todavía-
                        no-no-Oh no-él lo sabe-gracias-es imposible-Bravo.
                        En estas líneas, querido Abbott, tienes respuesta cumplida y explí-
                        cita a la primera página de tu carta del 28 de septiembre.

                        El resto del tiempo, sin embargo, apenas acudía a la escuela
                    y se pasaba el día en la calle, con un grupo de amigos con quienes
                    jugaba a las canicas, en un callejón próximo a su desvencijada
                    vivienda. Faraday se lan1entaría más tarde de ello: «Mi educación
                    fue de lo más corriente, consistiendo en poco más que en los ru-
                    dimentos de la lectura, la escritura y la aritmética en una escuela
                    vulgar y corriente».
                        Con apenas trece años, pobre y escasamente formado,  Mi-
                    chael Faraday se vio obligado a abandonar la escuela para en-
                    contrar un empleo. Su padre hubiese preferido que se convirtiera






         24         BUSCANDO LA  CHISPA DIVINA
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