Page 118 - 19 Marie Curie
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Por otro lado, la intervención de los amigos y compañeros de
                      Marie hizo cambiar de opinión al ministro, pero entonces se abrió
                      un nuevo frente.  El 8 de noviembre de 1911,  en el punto álgido
                      del escándalo Langevin, Marie recibió un telegrama de Estocolmo
                      comunicándole que le habían concedido el premio Nobel de Quí-
                     mica. Ella dudaba de la conveniencia de ir a recogerlo, dadas las
                      circunstancias por las que estaba atravesando, pero Svante Arrhe-
                     nius, miembro de la Academia sueca y premio Nobel de Química
                      en 1903, intentó animarla para que acudiera a recibir el galardón.
                     Le dijo que nada de lo que se hubiera publicado en la prensa fran-
                      cesa iba a tener eco en el acto de entrega. No  obstante, el 1 de
                      diciembre le escribió una nueva carta diciéndole que la evolución
                      de los acontecimientos le había hecho cambiar de opinión y que
                     lo más conveniente era que Marie se abstuviera de viajar a Esto-
                     colmo hasta que no se demostrara la falsedad de los documentos
                     publicados. De nuevo el académico Gasta Mittag-Leffler, que ya
                     había tenido un papel determinante en la concesión del primer
                     premio Nobel a Marie, le escribió diciéndole que si se ausentaba
                     daría pábulo a las habladurías. Entonces Marie, sin vacilaciones
                     ya, contestó a Arrhenius el 5 de diciembre:


                         La postura que me recomienda me parece un error grave por mi
                         parte. En efecto, el premio me ha sido concedido por el descubri-
                         miento del radio y del polonio. Opino que no hay ninguna relación
                         entre mi trabajo científico y los hechos de mi vida privada que se
                         pretenden invocar contra nú en las publicaciones de baja estofa, que
                         están por otro lado completamente desnaturalizadas. Por principio
                         no puedo aceptar que la apreciación del mérito de un trabajo cientí-
                         fico pueda verse influenciada por las difamaciones y calumnias en
                         relación con la vida privada. Estoy convencida de que esta opinión
                         será compartida por muchas personas. Siento mucho que usted no
                         piense lo mismo.

                         El 11  de diciembre Marie, acompañada de su hija Irene, que
                     entonces tenía catorce años, fue a Estocolmo a recoger el premio,
                     y al día siguiente impartió la conferencia de recepción.  En ella
                     homenajeó a Pierre, pero puso de manifiesto sus propias contribu-






          118        LA VIDA SIN  PIERRE
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