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la constante de Boltzmann k.  Dicha constante fue precisamente
                    determinada,  al igual que la de Avogadro, por Jean Perrin en
                    sus experimentos sobre el movimiento browniano y su valor es
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                    kB = 1,3806504 X  10- J/K.

         «Los átomos no son reales.»

         -  F KIEDKI CH  WILHELM  ÜSTWALD.

                        La trágica historia del suicidio de Boltzmann en 1906 puede
                    comprenderse por la mala fortuna de este al elegir a sus protecto-
                    res. A Mach le siguió en Alemania el prestigioso químico y también
                    filósofo letón Friedrich Wilhelm Ostwald, que recibiría el premio
                    Nobel de Química en 1909 por sus investigaciones sobre la catáli-
                    sis, y que se opuso durante casi toda su vida de forma tajante a la
                    existencia atómica.




                    EL MOVIMIENTO BROWNIANO: LA PRUEBA
                    DE LA EXISTENCIA DEL ÁTOMO

                    Resulta sorprendente que una de las observaciones más importan-
                    tes del siglo XIX -y que terminaría por revelar la primera prueba
                    fidedigna de la existencia molecular-, no fuera hecha por un quí-
                    mico - ni tampoco por un físico-, sino por un botánico. En 1827
                    el escocés Robert Brown había observado pequeños granos de
                    polen suspendidos en agua que se movían de forma constante y
                    aleatoria. Al principio Brown creyó que el polen tenía vida pro-
                    pia, pero más tarde repitió el experimento con otras sustancias
                    inorgánicas -como simplemente polvo- , con los mismos in-
                    trigantes resultados.  El hoy llamado popularmente en su honor
                    movimiento browniano ya había sido descrito de forma similar
                    - aunque en relación con las turbulencias del aire- nada menos
                    que en el año 60 a.c. por el filósofo Lucrecio en su poema Sobre
                    la naturaleza de las cosas,  en el que divulgó los saberes de los
                    filósofos atomistas Demócrito y Epicuro, que le precedieron:






        120         EL LEGADO DE DAL TON.  LA EXPLOSIÓN ATÓMICA DEL SIGLO XX
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