Page 122 - 23 Dalton
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al final de su vida, la existencia real de las moléculas y, por exten-
sión, de los átomos.
De esta manera los átomos pasaron de ser objeto de hipóte-
sis y naturaleza virtual, a entidades casi palpables. Todavía no se
había alcanzado el fin último, detectarlos -y, en su caso, analizar
su estructura, si la hubiere-, pero ya en los comienzos del siglo xx
los científicos tenían una prueba inequívoca de su existencia real.
Todo está compuesto por átomos, empezando por nosotros mis-
mos. Anticipándonos a las explicaciones históricas y técnicas
sobre su composición y naturaleza, no está de más ilustrar con
imágenes de hoy en día cómo son los átomos.
Todas las cosas están compuestas por átomos. Absoluta-
mente todo. Y los átomos se agrupan en moléculas ( del latín, pe-
queña masa). Para hacernos una idea de su cantidad, solo en un
centímetro cúbico de aire -el tamaño de un dado-, hay cerca de
50 000 billones de moléculas. Cualquier extrapolación de este vo-
lumen -a nuestro cuerpo, a nuestra ciudad, a nuestro planeta-
es abrumadora. También lo es a escala cósmica.
La otra propiedad fundamental de los átomos es su inmu-
tabilidad. Hoy sabemos que son extremadamente longevos, con
excepción de los elementos más pesados -inestables- , o los
radiactivos. Pero los átomos más comunes, como los que com-
ponen nuestro organismo, pueden mantenerse intactos durante
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10 años. Y pasar de un portador a otro sin inmutarse. En cierta
manera, es una forma de reencarnación como otra cualquiera.
Aunque a una escala minúscula.
Pero lo realmente minúsculo de un átomo es su masa y su ta-
maño. De la primera ya hemos hablado. Como ejemplo ilustrativo,
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digamos que un átomo de carbono pesa unos 1,66x 10- kg. Su
tamaño es, dentro de lo pequeño, muy variable. Veremos que bási-
camente el átomo está vacío, y su núcleo tiene el tamaño relativo
de una manzana comparado con toda la Tierra. Pero por poner
números, podemos estimar el radio del núcleo atómico en una
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cifra entre 0,3-3 angstroms (1 angstrom = 10- metros). Tendría-
mos que dividir un milímetro mil veces. Y cada parte de esas mil
nuevamente por mil. Y esa mínima parte, nuevamente por diez.
Ese sería el tamaño de nuestro núcleo.
122 EL LEGADO DE DALTON. LA EXPLOSIÓN ATÓMICA DEL SIGLO XX