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ERNEST RUTHERFORD
                Rutherford  era  hijo  de  un  carpintero
                escocés y  una maestra inglesa que ha-
                bían emigrado a Nueva Zelanda. Pronto
                destacó en su juventud por dos cosas:
                su  enorme talento para los estudios de
                ciencias, y su  fuerza para jugar al  rugby.
                Lo segundo estaba  más  valorado  que
                lo primero, pero aun así prefirió luchar
                por la  única beca que se concedía para
                estudiar matemáticas. Ya en Gran Breta-
                ña, continuó sus estudios en los famosos
                Laboratorios Cavendish de Cambridge,
                siendo su  tutor Joseph J.  Thomson,  el
                descubridor del electrón. En apenas tres
                años conseguiría una cátedra en  la  Uni-
                versidad McGill de Montreal, en Canadá.
                Allí centró sus  trabajos en  la  radiactivi-
                dad de Becquerel y  Curie, e identificó dos tipos de radiaciones,  una menos
                penetrante que la otra (alfa y beta, respectivamente). Con su alumno, el joven
                químico Frederick Soddy (1877-1956), descubrió que la  radiación del uranio
                y  el  torio está acompañada por una desintegración atómica.  El  revuelo en-
                tre la  comunidad científica fue notable. Los átomos no eran indestructibles.
                Rutherford descubrió que la energía térmica en la desintegración nuclear era
                enorme, del orden de cien  mil veces mayor que el  de una reacción química.
                Postuló que quizá el  Sol fuese un horno nuclear.

                De nuevo en  Gran Bretaña
                En 1907 volvió a Gran Bretaña, a Mánchester, donde trabajó con Hans Geiger
                (y donde fue miembro de la Lit & Phil de John Dalton). Inventó con él un con-
                tador de partículas alfa y estimaron el famoso número de Avogadro. En 1908
                ya sabía que las alfas eran núcleos de helio, y con ellas bombardeó láminas de
                oro: algunas partículas se  desviaban más de 90 grados. Había encontrado el
                núcleo atómico. Poco después, identificó el  protón al  bombardear nitrógeno.
                De vuelta en Cambridge para ocupar el puesto de su viejo maestro, Thomson,
                dirigió los trabajos de Chadwick -que descubrió el  neutrón-, Niels Bohr y Ro-
                bert Oppenheimer, a la postre director científico del Proyecto Manhattan, que
                desarrollaría la  primera bomba atómica en  el  laboratorio de Los Álamos, en
                Estados Unidos. Rutherford, que fue profesor de hasta nueve premios Nobel,
                recibió infinidad de distinciones -el propio y temprano Nobel en Química en
                1908-, pero sin duda su mayor honor es estar inhumado junto a Isaac Newton
                y  lord Kelvin en la abadía de Westminster.









          126         EL LEGADO DE  DAL TON.  LA EXPLOSIÓN ATÓMICA DEL SIGLO XX
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