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de la ciencia gala. Entre otros, al famoso matemático y astrónomo
       Pierre Simon Laplace (1749-1827), al naturalista Georges Cuvier
       (1769-1832) y al físico André-Marie Ampere (1775-1836), quien,
       con el también presente Frarn;ois Arago, inventó el electroimán y
       formuló,  en 1827, la teoría del electromagnetismo. Pero también
       conoció a sus rivales -y sin embargo, amigos y admiradores-
       Claude Louis Berthollet y su discípulo Joseph-Louis Gay-Lussac.
       Este último haría las veces de anfitrión, como presidente de la
       Académie des Sciences. Pocos años más tarde, en 1830 y tras la
       muerte de sir Humphry Davy,  Dalton ocuparía el puesto de este
       como miembro extranjero honorario de la Académie.




       ÚLTIMOS AÑOS DE DAL TON

       Antes de profundizar en el impacto de la teoría atómica daltoniana
       en los colegas franceses de su tiempo - y no solo entre los fran-
       ceses, como veremos- , podemos añadir unos breves apuntes a
       los últimos años de la vida de John Dalton. Los reconocimientos
       públicos continuaron. En 1832 fue nombrado doctor honorífico
       en Ciencias por la Universidad de Oxford, a cuyas aulas nunca
       había podido asistir. A partir de ese año, se volcó en la Asociación
       Británica para el Avance de la Ciencia, fundada en York Ocupó
       diversos cargos en los diferentes comités, en especial los relacio-
       nados con la química, el magnetismo, la electricidad -de la que
       era estudiante apasionado, especialmente a raíz del desarrollo de
       la electrolisis- y la mineralogía.
           En 1833 el Gobierno británico le asignó una pensión vitalicia.
       Durante el año siguiente, 1834, recibió otro doctorado honorífico,
       esta vez en Leyes, en la Universidad de Edimburgo, en la que tam-
       poco pudo estudiar, aunque por causas bien diferentes a las de
       Oxford y Camb1idge.
           En abril de 1837 sufrió un primer ataque, que le provocó una
       seria parálisis, dejándolo medio inválido. Prácticamente perdió el
       habla durante un año. En sus últimos años apenas abandonó Mán-
       chester, limitando sus actividades a la Lit & Phil y a su pequeño






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