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eliminamos el paréntesis (b-a) y concluirnos que a=b +a.Esto
                     es erróneo porque (b-a) vale O (dado que a=b) y un O que esté
                     multiplicando no puede cancelarse en una igualdad. Traducido a
                     números, suponiendo por ejemplo que a y b valgan 2, el salto del
                     paso 5 al 6 equivale a haber dicho que corno 2 • O= 4 • O ( que es ver-
                     dad) entonces 2 = 4.
                         Pero ¿cómo podríamos «enseñarle» a un ordenador a detec-
                     tar esta clase de errores? Un ordenador es solo una máquina; no
                     razona, sino que sigue ciegamente la «receta» que hayamos pro-
                     gramado en su memoria. Para que un ordenador sea capaz de ve-
                     rificar la corrección de un razonamiento matemático un requisito
                     necesario es que este pueda ser traducido a una sucesión de enun-
                     ciados cada uno de los cuales, o bien es un axioma, o bien se de-
                     duce  de  enunciados  precedentes  por  la aplicación  de  reglas
                     lógicas bien precisas y especificadas de antemano.
                         Veamos un ejemplo de demostración matemática expresado
                     de esta manera. Para poder mostrarlo necesitan1os primero algu-
                     nos axiomas que nos sirvan de punto de partida. En 1889, mucho
                     antes de que fuera descubierta la paradoja de Russell, el matemá-
                     tico italiano  Giuseppe  Peano había propuesto un cor\junto de
                     axiomas que ( él suponía) permitían demostrar todas las verdades
                     aritméticas.  Estos axiomas  se  basaban en las  operaciones de
                     suma ( +) y producto (-), y en la noción de «sucesor» (indicada con
                     la letraS).
                         Entendía Peano que la sucesión de los números naturales se
                     obtenía a partir del número 1 por aplicaciones repetidas de la fun-
                     ción sucesor. De este modo, el 2 se define corno el sucesor del 1,
                     en símbolos S(l) = 2; el 3 es, por definición, el sucesor del 2, o sea
                     S(2) = 3; y así indefinidamente.

                         Para nuestro ejemplo de demostración bastará con tornar dos
                     de los axiomas de Peano, aquellos que se refieren a la suma:

                         Axioma 1: Cualquiera que sea el número x,  vale que x + l =
                                   = S(x).
                         Axioma 2:  Cualesquiera que sean los números x e y, vale que
                                   S(x + y) = x  + S(y).





          60         EL PRIMER TEOREMA DE GÓDEL
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