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car esas dos disciplinas (el análisis y el cálculo de probabilidades)
        que hasta la fecha discurrían por canúnos independientes. Si antes
        de su intervención el cálculo de probabilidades se servía del álge-
       bra, a partir de él lo haría básicamente del análisis (gracias a las
        denominadas funciones generatrices).
           Destaca que Laplace discute el teorema central del límite, un
        elemento fundamental para la estadística y la teoría de la probabi-
       lidad. Averigüemos por qué.  En su memoria de 1773 Laplace se
       había planteado  un problema muy interesante.  Un  astrónomo
       quiere determinar la posición real de una estrella tras haber reali-
       zado una serie de observaciones. Se trata de estin1ar esa magnitud
       a partir del conjunto de mediciones. No basta con tornar la media
       aritmética de los resultados, porque hay que demostrar que el valor
       elegido  es aquel que precisamente minimiza la probabilidad de
       error, siendo este, corno es natural, la diferencia entre el valor real
       y el valor observado. Laplace interpretó que la posición real de la
       estrella funcionaba corno causa de las posiciones observadas, de-
       pendiendo los errores del azar. En estos términos, mediante una
       utilización ingeniosa del teorema de Bayes, llegó a la conclusión de
       que existe una curva que representa la distribución del error en
       tomo al valor real. La curva es simétrica y decreciente a partir de
       ese valor central, en el sentido de que cuanto más nos alejarnos
       de él menos probable es que cometamos tanto error al medir. Lo
       más probable es, por tanto, que el valor que elijamos corno real se
       encuentre en un entorno cercano de ese valor central, donde la
       curva alcanza su máximo. Resolviendo una ecuación diferencial,
       Laplace llegó a que la curva de la dist1ibución de los errores (fi-
       gura 1) viene dada por una función de tipo exponencial:
                                      e-,.,:¡
                                cp(x) = 2.


           Laplace no llegó  originariamente a la distribución normal,
       también de tipo exponencial (aunque con una fómrnla diferente)
       e introducida por De Moivre a principios del siglo XVIII.  La curva
       normal de distribución de los errores está relacionada con el mé-
       todo de mínimos cuadrados (figura 2),  que  consiste en ajustar
       sobre el conjunto de observaciones una curva que minimice el






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