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Castellón de la Plana. En la medición del metro había un error,
                     aunque es de un orden muy pequeño: el metro que calcularon De-
                     lambre y Méchain se quedó unos 0,2  milímetros más corto de lo
                     que debería ser, una diferencia irrelevante para la vida cotidiana,
                     pero fundamental en la ciencia de alta precisión.
                         Finalmente, en la primera mitad de 1799,  a iniciativa de La-
                     place, se convocó un encuentro, el primer congreso científico in-
                     ternacional de  la historia,  para presentar el nuevo sistema de
                     pesos y medidas, reemplazando los valores provisionales y deján-
                     dolo tal y como hoy lo conocemos. En nombre del Directorio, Ta-
                     lleyrand invitó a todas las potencias aliadas o neutrales.  Nueve
                     países participaron ( entre ellos, los Países Bajos y España). Envia-
                     ron a París a algunos de sus sabios para conocer la labor realizada
                     y transmitir los resultados a sus países de origen. En la comisión
                     francesa figuraron las tres L (Lagrange, Laplace y Legendre), así
                     como, lógicamente, Delambre y Méchain. Las grandes estrellas,
                     los prototipos en platino del metro y del kilogramo patrón, fueron
                     presentados en sociedad al resto de naciones. Estos patrones aún
                     se conservan hoy en el Observatorio de París (aunque actualmente
                     se define el metro no como la diezmillonésima parte del cuadrante
                     de un meridiano terrestre, sino como la longitud del trayecto re-
                     corrido por la luz en el vacío durante 1/299 792 458 de segundo).
                     «Las conquistas van y vienen»,  proclamó Napoleón Bonaparte,
                     «pero este logro permanecerá para siempre».
                         No  obstante, introducir las nuevas medidas era más fácil de
                     decir que de hacer. El pueblo llano no entendía el significado de
                     esos extraños prefijos griegos y latinos, como son kilo- y centi-,
                     y se hizo necesario enseñar compulsivamente su uso mediante
                     campañas publicitarias y en las escuelas. En septiembre de 1801
                     se prohibiría el uso de otras medidas distintas a las decimales.
                     Pero esta ley sería papel mojado. Y al cabo del tiempo, en 1812, se
                     terminaría regresando a las medidas tradicionales. Como satiri-
                     zaba un poeta de la época: «Para beber un cuartillo de vino o cor-
                     tar un alna de paño, o ajustar las agujas en el reloj familiar,  ¿era
                     realmente necesario medir el arco del meridiano?». Sin embargo,
                     aunque el Sistema Métrico Decimal no se impuso en Francia, las
                     conquistas de Napoleón tuvieron el efecto de extenderlo allende






          94         LIBERTAD, IGUALDAD Y MATEMÁTICAS
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