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pero su autoritario padre no podía permitirlo: estudiar astronorrúa
        era una extravagancia. Su hijo tenía que estudiar algo sensato,
        por ejemplo, derecho; como él. Edwin sabía que su padre era in-
        flexible, por lo que recurrió a una estratagema. Compaginaría los
        estudios de introducción al derecho con los de preparación en
        ciencia y técnica, sin decirle que estos eran necesarios para los
        cursos avanzados de astronorrúa. Tenía la injustificada esperanza
        de que, tras el primer año, 'su padre cambiara de opinión.

          «Edwin Hubble, te he observado durante cuatro años y nunca vi
              que estudiaras más de diez minutos [horror en los rostros de
        Edwin y de sus padres]. He aquí un estudiante para la Universidad
            de Chlcago [alegria en los rostros de Edwin y de sus padres].»

                                 -  PALABRAS  DEL  SUPERINTENDENTE  DE  LA  ESCUELA  DE  WKEATON
                                             AL  LLEGAR  EL  ACTO  DE  GRADUACIÓN  DE  HUBBLE.

           Los estudios de ciencia y técnica de este primer año incluían,
       además de matemáticas y química, la deseada asignatura de As-
       tronomía Descriptiva.  Su profesor fue  el  doctor Moulton,  que
       tenía el nombre e:xtrafalario de Forest Ray. Debió corresponder a
       la avidez del joven Edwin, que tanto necesitaba una iniciación a la
       astronorrúa. El libro de Moulton Introduction to Celestial Mecha-
       nics no abandonó la estantería de Hubble en toda su vida. Menos
       conforme estaba Edwin con la insistente preocupación de su pro-
       fesor por demostrar la compatibilidad entre ciencia y religión.
           La Universidad de Chicago debió de parecerle fascinante al
       joven Hubble. Era una imitación de las universidades inglesas de
       Oxford y de Cambridge, incluso su Mitchel Tower se construyó
       inspirada en la Magdalen Tower de la Universidad de Oxford.
       Tanto los edificios como la educación remedaban los de las an-
       tiguas, nobles, elitistas y afamadas universidades británicas. Su
       ambiente formal debió de estimular su deseo de estudiar en las
       auténticas de Oxford o de Cambridge.
           Tuvo que soportar novatadas, como en todas las universida-
       des y colegios universitarios del mundo. Pero él también las hizo,
       cuando estaba ya en su segundo año, participando en el lanza-






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