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En el caso de que el desplazamiento al rojo se deba al efecto
                    Doppler, se obtiene rápidamente que:
                                                  V
                                               Z=-.
                                                   e
                        Lo que realmente se mide en astrofísica es el desplazamiento
                    al rojo,  z.  Solamente si el desplazamiento al rojo se interpreta
                    como un efecto Doppler, podemos emplear esta fórmula para de-
                    terminar la velocidad de alejamiento (si z > O)  o de acercamiento
                    (si z < O).  La interpretación ingenua es que z  sea de origen Do-
                    ppler, pero más adelante veremos que Hubble no quiso pronun-
                    ciarse sobre este punto, admitiendo que podía haber otras causas
                    de enrojecimiento. Volveremos sobre este punto al asistir a los
                    acontecimientos históricos.
                        El caso es que habiéndose detectado rayas espectrales en el
                    Sol, por Joseph von Fraunhofer (1787-1826) en Múnich, se abrió
                    una puerta de decisiva información para la astrofísica. Pronto se
                    pudieron observar rayas de Fraunhofer en las estrellas,  con lo
                    cual se pudieron medir velocidades estelares que eran del orden
                    de 20-40 km/s. El siguiente paso era determinar velocidades de las
                    nébulas.  Había nébulas que tenían velocidades del orden de
                    magnitud de las velocidades estelares, a las que más tarde se las
                    identificó como pertenecientes a la Vía Láctea. Pero era la hora de
                    medir velocidades de las nébulas con forma de remolino, lo que
                    hoy llamamos «galaxias espirales».
                        La primera galaxia elegida fue,  naturalmente,  la de mayor
                    tamaño angular, la visible a simple vista en el hemisferio norte,
                    la gran «nebulosa»  de Andrómeda, M31.  El resultado obtenido,
                    ya en 1912, fue sorprendente. Andrómeda se estaba acercando
                    a nosotros con una velocidad de unos 300 km/s;  nunca se había
                    encontrado ningún objeto astrofísico que se desplazara a una ve-
                    locidad tan alta. Pero Slipher siguió midiendo en otras galaxias,
                    aproximadamente en unas cuarenta más. El resultado fue aún más
                    sorprendente. No solo se obtenían velocidades mayores, incluso
                    de más de 1 000 krn/s, sino que además Andrómeda era una excep-
                    ción. Todas las demás galaxias se alejaban. Era la primera vez que
                    podía hablarse de expansión del universo.





         66         LA CLASIFICACIÓN GALÁCTICA Y LOS UNIVERSOS ISLAS
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