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en 1815, basada en las ideas de Euler, rehúye los planteamientos
        geométricos y es el primer intento serio de una demostración ex-
        clusivamente algebraica,  utilizando expresamente los números
        complejos. De paso realiza una crítica a los intentos de otros ma-
        temáticos basados en métodos analíticos.  La última demostra-
        ción, realizada en 1849 con motivo del cincuentenario de su tesis
        y el homenaje que recibió de la Universidad de Gotinga,  es muy
        similar a la primera, pero en ella Gauss sí da todas las pistas de su
        construcción geométrica de la demostración. Para entender la im-
        portancia de la tesis de Gauss, baste señalar que el teorema había
        derrotado, entre otros, a Euler, Lagrange y Laplace, tres de los
        matemáticos más capaces de la historia.
           A partir de los trabajos de  Gauss se pudo abordar la bús-
        queda de las raíces de un polinomio de grado n cualquiera. Hasta
        las ecuaciones de quinto grado (n = 5) se habían hallado fórmu-
        las para encontrar sus raíces usando los coeficientes del propio
       polinomio, lo que se llama resolver por radicales. Las fórmulas
        eran del tipo de la que hemos usado para resolver las ecuaciones
        de segundo grado. Sin embargo, las llamadas quínticas o polino-
       mios de quinto grado se resistían a desvelar una fórmula con sus
        coeficientes que las resolviera. La solución vino de un jovencí-
       simo matemático francés, Evariste Galois (1811-1832), que murió
        en un duelo con apenas veintiún años. Galois probó que no era
       posible la resolución de las ecuaciones de quinto grado usando
       los coeficientes del propio polinomio, y encontró métodos alter-
       nativos para encontrar sus raíces, usando los resultados previos
       de Gauss.
           Galois presentó sus resultados matemáticos, conocidos por
       teoría de Galois, a la Academia de Ciencias de París en 1830, para
       optar al premio en Matemáticas.  Dicho trabajo nunca fue  eva-
       luado, pues tras pasar por las manos de Augustin Louis Cauchy
       (1789-1857), que se declaró incompetente parajuzgarlo, fue remi-
       tido aJoseph Fourier (1768-1830) que, como secretario de la Aca-
       demia, debía encontrar un nuevo especialista que juzgase el tra-
       bajo. La mue1te sorprendió a Fourier antes de realizar esta tarea
       y el artículo de Galois se perdió y nunca se hizo público. Es por
       ello que la noche antes de su duelo Galois, que sabía que era muy






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