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mente de interés científico, pues podría eliminar una de las dos
        teorías más importantes de su tiempo. Finalmente, la Academia de
        las Ciencias de París decidió llevar a cabo la intrépida empresa,
        pues hacer esas mediciones fue,  realmente,  toda una aventura.
        Para ello, propició dos expediciones en las primeras décadas del
        siglo XVIII,  una a Laponia y otra al Virreinato del Perú, para medir
        un arco de meridiano. Aunque se tardó años en hacer las medicio-
        nes y estas no fueron todo lo científicas que debían, el resultado
        estableció que la Tierra era achatada por los polos, lo que supuso
        el triunfo definitivo del sistema newtoniano sobre el cartesiano.


                 «Dos cuerpos cualesquiera se atraen con una fuerza que
               es proporcional al producto de sus masas, e inversamente
                     proporcional al cuadrado de la distancia entre ellas.»
                       -  ENUNCIADO  DE  LA  LEY  DE  GRAVITACIÓN  UNIVERSAL,  INCLUIDA  EN  EL  LIBRO
                                                          TERCERO  DE  LOS  PRINCIPIA.

           Además,  la protuberancia ecuatorial de la Tierra permitió a
        Newton explicar uno de los fenómenos astronómicos más miste-
        riosos descubiertos por los sabios griegos. Se trata de la precesión
        de los equinoccios, esto es, el lento movimiento del polo celeste a
        través de las estrellas completando una circunferencia al cabo de
        casi 26 000 años. En la antigua concepción geocéntrica del univer-
       so, el polo celeste es el punto en el que la esfera de las estrellas es
        cortada por un eje perpendicular al plano de la eclíptica que pase
       por el centro de la Tierra; en la concepción heliocéntrica, la prece-
       sión de los equinoccios sería el minúsculo giro del eje de rotación
        de la Tierra hasta retornar a su posición cada 26 000 años.
           A pesar de su aparente insignificancia, este fenómeno, cuyo
        descubrimiento se atribuye al astrónomo griego Hiparco (siglo
       II  a.C.), tiene una importancia fundamental en la elaboración de
       los calendarios. La razón es que afecta a la duración del año tró-
       pico --el año de las estaciones- y, por consiguiente, es el que fija
       la duración del año a efectos de la elaboración de un calendario.
       En efecto, la precesión de los equinoccios no afecta a la eclípti-
       ca y, en consecuencia, deja incólume la duración del año sidéreo






                         LA GRAVITACIÓN Y LAS LEYES DEL MOVIMIENTO: LOS «PRINCIPIA»   65
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