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Pero Fermi sabía que la fuerza de la ciencia moderna estaba
                     en el trabajo en equipo.  Incorporó inmediatamente a Amaldi y
                     Segre a la nueva línea de investigación. Ambos estaban entusias-
                     mados con los primeros resultados e invitaron también al químico
                     Osear D'Agostino a sumarse a sus esfuerzos (D'Agostino regre-
                     saba de una estancia en el laboratorio Joliot-Curie).  Envió un
                     cable a Marruecos para explicar a Rasetti la situación y para pre-
                     guntarle cómo empezar a conseguir todos los materiales (¡todos
                     los elementos de la tabla periódica!) para efectuar el barrido. Los
                    ragazzi de Vía Panispema invirtieron incluso parte de sus ahon-os
                     en comprar el material, principalmente a un proveedor químico de
                     Roma, el señor Troccoli.
                        Más de sesenta elementos fueron investigados y se descubrie-
                    ron cuarenta nuevos isótopos radiactivos.  Pero no solo eso. Al
                    bombardear los núcleos de los elementos más pesados, el torio
                     (Z = 90) y el uranio (Z = 92), creyeron hallar dos nuevos elemen-
                    tos de número atómico superior a 92, los transuránicos, a los que
                    llamaron hesperium y ausonium en la publicación en Nature del
                    artículo «Posible producción de elementos de número atómico
                    mayor que 92».  La cantidad de datos y de nuevos descubrimien-
                    tos de  elementos radiactivos abrumaban al grupo.  Tal vez por
                    eso la idea brillante de la química y física alemana Ida N oddack
                     (1896-1978)  sobre la posibilidad de partir los núcleos de uranio
                    en isótopos de átomos conocidos se les pasó por alto.  La fisión
                    nuclear debería esperar, porque la idea de Noddack no fue tenida
                    en cuenta, al carecer de base teórica.
                        En mayo  de  1934,  Fermi sugirió la posibilidad de  crear de
                    forma artificial elementos no existentes en la Tierra, como el ele-
                    mento 93,  que sospechaban habían detectado en alguno de los
                    experimentos de bombardeo del uranio. Pero los resultados toda-
                    vía no eran concluyentes. Corbino destacó las investigaciones del
                    grupo de Roma en una conferencia ante el rey Víctor Manuel III, e
                    insinuó la posible creación de elementos nuevos por parte de sus
                    ragazzi.  La prensa fascista magnificó la noticia y destacó la in-
                    mensa contribución de la ciencia italiana a la humanidad, «favore-
                    cida por la atmósfera del fascismo», asegurando el descubrimiento
                    del elemento 93.  Fermi se molestó sobremanera con Corbino. No






         78         LOS NEUTRINOS Y LA DESINTEGRACIÓN BETA
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