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cas. En 1933, aprovechó la estancia en Roma de Bruno Rossi, que
                     era conocido por haber desarrollado un circuito para medir múlti-
                    ples coincidencias en contadores Geiger acoplados y detectar así
                    trayectorias de partículas, para publicar con él «Acción del can1po
                    magnético terrestre sobre la radiación penetrante», artículo en el
                    que explicaban tanto los efectos geomagnéticos de la latitud como
                     de la longitud sobre la radiación cósmica que llegaba a la Tierra.
                        Femti estaba muy satisfecho con su trabajo sobre la interac-
                    ción débil, que consideraba su obra maestra, digna de ser recordada
                    por la posteridad. Fue el pilar sobre el que el físico japonés Hideki
                    Yukawa (1907-1981) formuló su teoría del mesón en 1935, y el pisto-
                    letazo de salida a una revolución en la física nuclear y de partículas.





                    LA RADIACTIVIDAD ARTIFICIAL
                    Y  EL PRECIO DEL ÉXITO

                    En enero de  1934, el bombardeo con partículas a  de núcleos de
                    boro y aluminio condujo a Irene Curie y a Frédéric Joliot a la ob-
                    tención de los primeros isótopos radiactivos artificiales. Irene se-
                    guía así los pasos de sus padres, Pierre y Marie Curie, que habían
                    detallado el comportamiento de isótopos radiactivos naturales de
                    radio y polonio, y de los bien conocidos elementos más pesados
                    como el uranio y el torio.
                        Los núcleos ligeros bombardeados con partículas a  entitían
                    positrones al poco tiempo, demostrando así su capacidad radiac-
                    tiva, mientras que los núcleos de átomos pesados no mostraban
                    este comportamiento radiactivo inducido. Las partículas a, como
                    iones positivos de helio, no eran efectivas en núcleos pesados de-
                    bido a la mayor presencia de electrones que, por repulsión elec-
                    tromagnética, menguaban las probabilidades de impacto en los
                    núcleos. Además, la repulsión eléctrica de los núcleos pesados
                    tan1bién era mayor y dificultaba el proceso.
                        A primeros de marzo de  1934 cayó en manos de los ragazzi
                    el artículo de  Curie y Joliot.  Fermi vio la luz:  sugirió a  Rasetti
                    probar rápidan1ente lo mismo, pero utilizando neutrones en lugar





         76         LOS NEUTRINOS Y LA DESINTEGRACIÓN BETA
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