Page 120 - Edición final para libro digital
P. 120

—No lo sé, señor. Supongo que tendrá usted motivos para ello.
                 —Así es teniente, tengo un buen motivo, y por eso no puedo
              permitirle volver ahora a Tel Avid. He convocado para esta tarde,
              a las siete, una junta de oficiales en la cual quiero que también esté
              usted presente.
                 —Perdone señor, pero no comprendo a que se puede deber que
              yo sea requerido para tal junta.
                 —Va usted a ser ascendido a capitán. Supongo que ya se lo ha-
              brán comunicado.
                 —Sí señor, ya lo han hecho. Por esa razón parece ser que estoy
              aquí. Pero sigo sin entender que tiene eso que ver con mi asistencia
              a esa junta de oficiales.
                 —Su ascenso ha sido promovido por el teniente coronel Mach-
              ta, quien nos ha enviado un informe sobre su actividad militar y
              personal en Tel Avid. Su currículo castrense es impecable, lo cual le
              hace a usted idóneo para este ascenso; pero hay ciertos temas en ese
              informe que nos gustaría dilucidar en la junta. Esa es la razón por la
              cual es necesaria su presencia.
                 Ariel dedujo al instante que aquella junta se parecería más a un
              tribunal que a una reunión de oficiales. Estaba claro que Benjamín
              Machta había dedicado una buena parte de su informe a detallar
              su relación con Fatma. Si en algún momento estuviera tentado a
              exponerle al coronel Taback la verdadera razón por la cual quería
              hacer aquel rápido viaje a Tel Avid, después de escucharle hablar de
              aquella reunión, y de los motivos que la justificaban, ni se le ocu-
              rriría comentar nada al respecto. Abandonando toda esperanza por
              obtener el permiso opto por retirarse.
                 —Comprendo señor. Siendo así nada puedo objetar al respecto.
              Ante todo, está el deber y mis responsabilidades como militar. ¿Pue-
              do retirarme?
                 —Desde luego. En cuanto vaya a dar comienzo la junta enviaré
              a buscarle, permanezca en su estancia mientras tanto.
                 —A la orden Señor —dijo por último Ariel; dando media vuelta
              y abandonando el despacho de Taback.
                 Toda su buena voluntad por hacerse con la defensa de los her-
              manos Hasbúm le estaba resultando un verdadero cúmulo de pro-

              118                                                                                                                                              119
   115   116   117   118   119   120   121   122   123   124   125