Page 125 - Edición final para libro digital
P. 125

sam.  Pensaba que eran sólo contrabandistas, y no me parecía justo
                 que les condenasen por terrorismo. Cierto es que luego me involu-
                 cré más en el asunto influenciado por mi relación sentimental con
                 la señorita Hasbúm, pero no fue hasta esta semana que conocí el
                 activismo radical de sus hermanos. Ella misma me lo dijo.
                    —Usted solicitó permiso para defender a los hermanos Hasbúm
                 y le fue denegado, yo mismo firme aquel expediente. Sin embargo,
                 recurrió usted a su padre para que se hiciese con el caso. ¿No le pa-
                 rece eso un desafío a sus superiores?
                    —No señor. No creo que pueda considerarse un desafío. Yo desea-
                 ba evitarle a Fatma Hasbúm el disgusto de ver a sus hermanos conde-
                 nados como terroristas. Estaba convencido de que tan sólo habían co-
                 metido delitos menores. Por esa razón, ante la negativa a mi demanda
                 para llevar el caso, le pedí a mi padre que asumiese su defensa. Ahora,
                 conociendo lo que actualmente conozco y habiéndolo hablado ya con
                 Fatma, he desistido de mis intenciones. Mañana mismo contactaré
                 con mi padre para que también se desentienda de este proceso.
                    No muy convencido de lo que Ariel le decía, el coronel Taback
                 intentó, por enésima vez, comprometer al joven abogado.
                    —Tiene que perdonarme teniente, pero no termino de com-
                 prender este asunto. ¿Nos está usted diciendo que su prometida no
                 sabía nada sobre la detención de sus hermanos y sin embargo us-
                 ted se comprometió a defenderles?, ¿No le hubiese resultado mu-
                 cho menos problemático dejar correr ese expediente, ya que no era
                 competencia de su departamento, y evitar verse involucrado en el
                 asunto? La señorita Hasbúm no se hubiese enterado de nada y usted
                 se habría evitado problemas.
                    —Comprendo que resulte difícil de comprender, ya que, visto
                 desde la actual perspectiva, sin duda hubiese sido lo mejor. Pero en
                 aquel momento mi primer pensamiento fue evitarle a Fatma un dis-
                 gusto. No pensé para nada en lo que usted me plantea ahora.
                    —¿No lo pensó? —inquirió Taback incisivo—. ¿O quizás pensó
                 que sería una buena opción interceder por sus hermanos para forta-
                 lecer los sentimientos de la señorita Hasbúm hacia usted?
                    Ariel tuvo que aceptar finalmente las razones del coronel. Estaba
                 claro que Taback estaba siendo sumamente perspicaz y no consideró

 122                                                                      123
   120   121   122   123   124   125   126   127   128   129   130