Page 126 - Edición final para libro digital
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prudente hacerle creer otra cosa. Ante las acertadas deducciones de
              su superior decidió que admitir aquella razón le reportaría más be-
              neficios que si intentaba engañar al viejo coronel.
                 Dando la callada por respuesta, Kachka asumió como una afir-
              mación lo que unos segundos antes había sido tan sólo una pregunta
              hecha por Romam Taback. Ante la actitud de visible aceptación por
              parte de Ariel, el coronel dio por finalizado el interrogatorio, pasan-
              do a solicitar la opinión de los demás oficiales, quienes habían per-
              manecido en silencio todo el tiempo, muy atentos a las respuestas
              de Ariel.
                 —Bien señores —dijo Taback dirigiéndose a los demás—. Me
              gustaría conocer su opinión al respecto. Como pueden ver, a pesar
              de las actitudes del teniente Kachka para ser promocionado, debe-
              remos considerar si la relación que mantiene con Fatma Hasbúm
              podría ser perjudicial para el estamento militar. En tal caso quizás
              no sea procedente ascenderle a un rango de mayor responsabilidad.
                 —Hemos podido escuchar sus alegaciones y las respuestas del
              teniente; pero creo que no podríamos opinar justamente sin conocer
              más a fondo los detalles de esos informes, mi coronel —dijo Reynes.
                 El coronel Taback miró entonces a los otros dos oficiales de la
              terna buscando en ellos también una respuesta.
                 —Pienso como el teniente coronel Reynes. Señor —dijo el co-
              mandante Eviat.
                 El capitán Frangi asintió a la opinión de su inmediato superior.
              Ante el evidente acuerdo entre los tres hombres, Taback optó por ac-
              ceder a su propuesta y, acercándose a una fotocopiadora que tenía en
              una esquina del despacho, fotocopió por triplicado los documentos;
              repartiéndolos a continuación entre los tres oficiales. Luego se dirigió
              nuevamente a Kachka para dar por finalizada la reunión diciéndole:
                 —Bien teniente. Esperaremos a mañana por un veredicto. Mien-
              tras tanto, no salga usted del cuartel. Deberá estar localizable en
              todo momento. Enviaré a alguien a comunicarle lo que corresponda
              en cuanto tomemos una decisión definitiva —dicho esto, y abrien-
              do él mismo la puerta, se despidió de los presentes invitándoles con
              un ademán a abandonar la estancia—. Buenas tardes caballeros, y
              gracias por su colaboración.

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